Vocación a la Maternidad universal

Así como una nubecilla surgida en el horizonte llevó a Elías a anunciar una lluvia torrencial, la vista de los Magos fue suficiente para que el espíritu profético de la Madre de Dios previera el nacimiento de un nuevo Israel, no ya formado con base en los vínculos de sangre, sino en los lazos mucho más sólidos de la fe.

Percibía que su corazón materno, entregado por completo al cuidado de su divino Hijo, se abría a una multitud de nuevos hijos, hermanos de Jesús, que vendrían de Oriente y Occidente, fascinados por el fulgor de Cristo. La espada de dolor que había aceptado con plena adhesión y ardor, al penetrar en su alma la había ensanchado casi infinitamente, permitiéndole amar a cada uno de esos nuevos hijos con indecible aprecio. Se consolidaba su vocación a la Maternidad universal, fundamento de la misión de Medianera de todas las gracias.

 

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