Contracubierta

La mayor predilección: estar crucificados con Él

Comprendo cuánto estará pasando, porque si tuviera siempre la alegría del sacrificio, no podría llamarse cruz lo que el Señor le envía; pero mire,...

Una muestra de amor

El amor de Gertrudis por el crucifijo era tierno y delicado. Al no poder su piedad soportar que Jesús estuviera suspendido de duros clavos...

Tierna y paternal solicitud por la perfección

La solicitud del P. Bertrán por los intereses temporales de su comunidad era tan sólo un reflejo de una solicitud mucho más tierna por...

Hablaba siempre por Dios y de Dios

Cuando subía al púlpito, la sola vista de su rostro angelical y austero cautivaba el auditorio, dominándolo de tal suerte, que todos permanecían...

Hermosa y llena de gloria, entra la Reina

He aquí que María deja ya la tierra; y acordándose de tantas gracias como allí recibió de su Señor, la mira con afecto y...

«¡Es tan fácil esperarlo todo de mi Corazón!»

Yo soy el amor. Mi corazón no puede contener la llama que constantemente lo devora. Yo amo a las almas hasta tal punto que...

Pureza que engendra atracción y amor

La pureza de Felipe, para quien la observa muy a fondo, no es más que otro aspecto de su amor a Dios; y es...

¡Oh, qué preciosos dones!

Reine en nuestros corazones el puro amor de Dios. No vayáis a imaginaros que mi alejamiento de vuestro lado y mi silencio exterior me hayan...

¿Puedo ser perdonado?

Estaba predicando la novena de la Inmaculada y el último día había hablado sobre la confesión ; en ella, sin saber el porqué, había...

Nada a medias me agrada: o todo o nada

¡Ay, si los mortales comprendiesen —y sobre todo mis sacerdotes y almas religiosas— cuánto me hieren y desagradan las distancias, separaciones, desconfianzas y pequeñas...

Había que haber vivido a su lado

Lo que la Historia nunca será capaz de contarnos, lo que jamás podrá hacernos comprender, es su vida íntima, su continuo sacrificio, sereno, dulce,...

Convertido por la Santísima Virgen

«En la madrugada del 19 al 20 — escribe Alfonso de Ratisbona— me desperté sobresaltado: veo fija delante de mí una gran cruz negra...