Sincero y religioso amor

San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola - Iglesia de los Jesuitas, París
San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola – Iglesia de los Jesuitas, París

A mi santo padre en Jesucristo, Ignacio.

Oh verdadero padre mío, recibí en Malaca, cuando regresaba de Japón, la carta de vuestra santa caridad. Las noticias que esperaba, y que ellas me dieron, sobre la vida y la buena salud de vuestra persona, tan venerable y tan querida, llenaron mi alma de una alegría que sólo Dios conoce. Leí sus palabras, en las cuales se respira vuestra gracia y vuestra piedad, y las releo frecuentemente para consuelo y bien de mi alma, las medito en mi espíritu y de ellas me alimento, por así decirlo. Sobre todo, estas últimas palabras, que son como el sello de la caridad y que terminan vuestra carta: «Todo vuestro, sin poderme olvidar en tiempo alguno, Ignacio».

Leí esas palabras con deliciosas lágrimas, y con lágrimas las escribo, por el feliz recuerdo de tiempos pasados y del sincero y religioso amor que siempre me tuvo. Considero de cuántos trabajos y peligros se dignó Dios nuestro Señor librarme en Japón, gracias a vuestras oraciones y a vuestra mediación paternal a mi favor. […]

Vuestra santa caridad manifiesta también el deseo de verme aún una vez antes de partir de esta vida. Nuestro Señor, que conoce lo más profundo de mi ser, sabe la viva y tierna emoción que nació en mí por ese testimonio supremo de vuestro precioso amor. Y todas las veces que esas palabras vuelven a mi espíritu, es decir, a todo momento, lágrimas involuntarias inundan mis ojos y escapan dulcemente, sin que las pueda contener. Mi corazón se regocija sólo de pensar en poder estrecharos una vez más en mis brazos: es un deseo difícil de realizar, pero ¿qué no puede lograr la santa obediencia?

De Cochin, 29 de enero de 1552. El menor de vuestros hijos y el más distante de vuestra presencia. Francisco.

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