¡Qué feliz era mi alma, Madre buena, cuando tuvo la felicidad de contemplarte! ¡Cómo me encanta recordar esos dulces momentos que pasé bajo tu mirada llena de bondad y misericordia para con nosotros!

Oh María, ¡guarda a Jesús en mi corazón! Ya no quiero hacer mi voluntad, sino la tuya, mi buena Madre, pues es la misma que la de Jesús.

Oh María, mi tierna Madre, he aquí a tu hija, que ya no puede más. Ten compasión de mí; haz que un día esté en el Cielo contigo.

Lo haré todo por el Cielo. Allí está mi patria. Allí encontraré a mi Madre en todo el esplendor de su gloria y con Ella gozaré de la felicidad del mismo Jesús con seguridad perfecta.

Que pueda quedarme contigo al pie de la cruz, si esa es la voluntad de tu querido Hijo. Oh Madre mía, en tu corazón vengo a depositar las angustias de mi corazón.

Oh Madre mía, ¡ofréceme a Jesús! Oh Madre mía, toma mi corazón y húndelo en el Corazón de Jesús. Oh María, recibe mi corazón como una víctima expiatoria por mis culpas; rómpelo de dolor.

Oh Madre mía, ven en mi auxilio; concédeme la gracia de morir a mí misma para vivir sólo de mi dulce Jesús y por mi Jesús.

Oh Madre mía, ¡Fiat! para la vida. ¡Fiat! para el sufrimiento. ¡Fiat! para la muerte. ¡Fiat! siempre, oh Madre, en vuestro dulce corazón.

 SANTA BERNADETTE SOUBIROUS
Fragmento de un escrito de mayo de 1866

 

Arriba, imagen que preside la gruta de las apariciones de la Virgen en Lourdes, Francia.
En el destacado, Santa Bernadette Soubirous fotografiada en 1861 por el P. Paul Bernadou

 

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3 COMENTARIOS

  1. Que maravilla, ver cómo se repite en todas las apariciones marianas, el ferviente deseo de ir al cielo sin demora.
    Que magnífica contemplación celestial debe ocurrir, para que los videntes deseen dejar de inmediato este mundo e irse de la mano de la Santísima Virgen al cielo.

  2. Leer esas palabras de ofrecimiento de Santa Bernardette me hace recordar un dicho pliniano sobre la Cruz: «Dolor, ¿dónde estás? Cruz, Cruz de mi amor, ¿dónde estás? ¡Voy a tu encuentro! ¡Es por tu causa que yo recorro el camino!”. Todos Los Santos de la historia han entendido que ella, la Cruz es el único camino hacia el Cielo, la Patria eterna.

  3. Que bien entendió esta pequeña, enferma y humilde niña el mensaje de la Santísima Virgen, la cual le dijo que no podía prometerle grandes alegrías en este mundo, pero si en el Cielo. Fué un alma víctima que todo lo ofreció por la salvación de su alma y me supongo que por otras almas también.
    Ella sola se enfrentó a las autoridades civiles y eclasiàsticas que no creían para nada en los mensajes de la Virgen.
    Ella tuvo que soportar a la superiora del convento en donde la ingresaron porque tampoco creía en ella, no solo en cuanto se refería a la Santísima Virgen, sinó también en cuanto a su enfermedad. Pensaba que lo hacía para hacerse notar.
    Ella todo lo sufrió en este mundo pues confiaba plenamente en lo que le había prometido la Santísima Virgen.
    Santa Bernardita, ruega por nosotros!!.

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