Pureza invitadora e irradiante

San Casimiro era tan casto que comunicaba a los demás el deseo de ser puros. Es hermoso este hecho, porque a menudo nos encontramos con personas puras, pero a quienes la Providencia no le ha dado el don de hacer comunicativa su pureza. Se sabe que son puros, se les admira, se les rinde homenaje, mas su virtud no es comunicativa.
Ahora bien, una de las mejores formas de hacer apostolado es tener esa virtud comunicativa que pasa de una persona a otra como por osmosis. Y la castidad comunicativa es un don enormemente precioso para hacer apostolado.
Sin embargo, como Dios está airado con el mundo, dones como ese se vuelven rarísimos. Por eso necesitamos recurrir a un San Casimiro, del siglo XV, para comprender qué es la pureza invitadora e irradiante, la cual atrae a las personas hacia la virtud que es lo contrario de la impureza, de la voluptuosidad también conquistadora, que arrastra hacia el mal.
La virtud que arrastra hacia el bien es algo poco visto en nuestros días y, no obstante, da mucha gloria a la Santísima Virgen.

 

1 COMENTARIO

  1. Es admirable el conocimiento tan profundo que tenía S.D.P. de la vida de tantos santos; cómo discierne aquellos aspectos que les conduce a la santidad y la espiritualidad tan rica que nos ha legado a sus hijos con este conocimiento. El S.D.P. se ha fijado en una virtud muy especial por lo poco frecuente: la transmisión de la castidad. Como San Casimiro- a quien podemos ver en la contraportada de la revista del mes de marzo-el S.D.P. practicó esa virtud en plenitud. Se puede comprobar leyendo los libros que relatan su vida, pero de manera más llamativa el que hace referencia a su infancia. Ambos consiguieron esa virtud y la han comunicado porque ofrecieron su lucha contra las tentaciones para la gloria de Dios y poniéndolo en manos de María Santísima.
    Mayte Huerta Heredero. Valencia. España.

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