¿Cómo conjugar la visión de un Jesús tan fuerte, tan incomparable, tan único, con la de un Jesús tan misericordioso y accesible a los más pequeños?

¿Cómo imaginar que en un niño recién nacido en Belén, cuya alma contiene todo el candor e inocencia imaginables y pensables, ya existía el héroe que sufriría de manera a impresionar a los hombres hasta el fin del mundo?

En Nuestro Señor esas y otras muchas perfecciones se armonizaban de forma inefable. Él es mucho mayor que el campo de nuestra visión.

Plinio Corrêa de Oliveira

 

En la foto destacada: Niño Jesús con los símbolos de la Pasión – Colección particular

 

Artículo anterior«Un par de tórtolas o dos pichones…»
Artículo siguienteRevista Heraldos del Evangelio. Año XIX. N.º 212. Marzo 2021

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí