Madre siempre solícita y generosa

Intercediendo por la multitud de hijos que a ella recurren, Dña. Lucilia nunca deja de atender con maternal solicitud a todos los que le piden, llenos de fe, su auxilio y protección.

Los prodigios pueden ocurrir en cualquier momento en favor de quienes tienen el corazón rebosante de fe. «Todo es posible para el que cree» (Mc 9, 23), nos enseña el divino Maestro.

En efecto, cuando nuestras dificultades son aparentemente insuperables y nos asaltan las dudas, sentimos que ha llegado el momento de implorar auxilio y esperar la solución que viene de lo alto.

Curación de una grave enfermedad infantil

Verdaderamente, nunca alcanzaremos gracia alguna por nuestras propias fuerzas; en cambio, mediante la oración hecha con fe y confianza, podemos conseguir la intervención sobrenatural e incluso milagros. En este sentido, es conmovedor el relato de Juliana Araújo Ferreira Rosa con respecto de la decisiva intercesión de Dña. Lucilia en favor de su hija Ana María.

Juliana Araújo con su hija Ana María

La historia de esa gracia comenzó antes de que la pequeña fuera concebida, como nos cuenta Juliana: «Después de tener a mis tres primeros hijos, le escribí una carta a Mons. João, fundador de los Heraldos, pidiéndole que rezara por mí, porque había pasado por tres cirugías de urgencia en sendos embarazos, a causa de una enfermedad en el hígado, colestasis gestacional, una inflamación muy grave que ponía en riesgo mi vida y la de los bebés. Yo deseaba tener más hijos, pero temía esta incómoda enfermedad».

Sigue la narración: «Monseñor João me respondió, aconsejándome que mantuviera la calma y me encomendara a Dña. Lucilia, pues por su intercesión la Virgen respondería prontamente mis peticiones. Su carta me dio mucha esperanza. Un mes después, descubrí que estaba embarazada. Durante toda la gestación sentí mucho la presencia de Dña. Lucilia».

Cuando se hacía periódicamente los análisis de control, Juliana siempre tenía recelo de encontrarse en los resultados alteraciones que indicaran complicaciones en el hígado. Así que pedía la intervención de Dña. Lucilia antes de los procedimientos. Y, sorprendentemente, cada nueva exploración revelaba que sus encimas hepáticas estaban mejor que antes de la gestación. «Ésta es la primera curación que Dña. Lucilia hizo», decía.

Un terrible descubrimiento

En el octavo mes de gestación, los médicos se dieron cuenta de que la bebé por nacer tenía en el ovario izquierdo un quiste dermoide, es decir, que no es absorbido por el organismo. Entonces le recomendaron que inmediatamente después del alumbramiento fuera verificado el tamaño del tumor para tomar las medidas oportunas. La niña nació por parto natural, sin ninguna irregularidad. Fue evaluada y se comprobó que el quiste era grande, de cuatro centímetros y medio.

Continúa Juliana: «El médico me comunicó que era un caso quirúrgico y que tendría que volver treinta días después con mi hija para que la operaran; era una intervención arriesgada, al tratarse de una recién nacida, pero que tenía que hacerse, a causa del tamaño del quiste».

«Por una gracia de Dios —prosigue—, me quedé muy tranquila a pesar del diagnóstico. Le comuniqué el asunto a los padrinos de Ana María y comenzaron a rezar por ella. Su madrina la consagró a Dña. Lucilia y pidió su intercesión para que la curación fuera completa sin cirugía o, si ésta fuera realmente necesaria, que tuviéramos tranquilidad para esperar el mejor momento, y que todo saliera bien».

Palpando poco a poco el milagro

Confiando en una intervención sobrenatural, los padres de la niña decidieron esperar. A los cinco meses le hicieron otra ecografía, la cual confirmó que el quiste tenía realmente una parte sólida; si bien que el médico extrañó el hecho de que tuviera un centímetro menos.

«Transcurrieron seis meses más, volvimos a hacer la prueba, el doctor vio que el quiste había menguado otro centímetro y declaró, muy sorprendido: “Esto es imposible que pase porque, según los primeros diagnósticos, éste era un caso quirúrgico”.

»Finalmente, cuando mi hija ya tenía dos años y tres meses, decidimos hacer otra prueba de imagen. El médico comenzó la ecografía y no halló nada. Me quedé sorprendida, pero en silencio. Entonces él pidió los resultados de los exámenes anteriores. Los leyó y releyó varias veces y exclamó: “Pero esto es un quiste dermoide, ¡es imposible que no esté aquí!”. Me preguntó: “¿Está usted segura de que el quiste se encuentra en el ovario izquierdo?”. Le respondí: “Sí, todas las pruebas de mi hija están conmigo”. Me dijo: “Mire, no sé, pero… aquí no hay nada”. Al final, cambió el aparato de ultrasonido, hizo y rehízo la exploración varias veces y… ¡no encontró nada!».

La pequeña estaba curada, por la maternal intercesión de Dña. Lucilia.

Juliana concluye su relato manifestando su gratitud por el insigne favor recibido: «Vemos que esto ha sido una gran gracia obtenida por Dña. Lucilia, que fue lográndolo poco a poco, para que palpáramos gradualmente el milagro y viéramos que ella, realmente, tiene salida para todo. El mismo pediatra constató que éste era, de hecho, un caso milagroso. Así que le agradecemos inmensamente a Dña. Lucilia esta gracia, por ser tan solícita, tan generosa en el caso de mi hija Ana María».

«Doña Lucilia realmente nunca nos desampara»

Emocionante es también el testimonio enviado por Renilda Ferreira Bezerra Oliverio dos Santos, que fue socorrida bondadosamente por Dña. Lucilia cuando necesidades financieras la llevaron a una gran aflicción.

Renilda Ferreira con la biografía de Dña. Lucilia escrita por el fundador de los Heraldos, Mons. João Scognamiglio Clá Dias

Tras el fallecimiento de su esposo en 2019, Renilda se mudó de Recife a São Paulo, buscando una educación mejor para sus cuatro hijos. Sin embargo, en tierras paulistas la familia tuvo que enfrentar varias pruebas y desafíos. Para empeorar todavía más su difícil situación, recibió de la arrendataria de su vivienda de Recife el aviso de que ese mes no podría depositar el día convenido el importe del alquiler. Ahora bien, ese dinero era indispensable para su sustento.

En esta angustiante coyuntura, se acordó de la devoción que su fallecido esposo le tenía a Dña. Lucilia. «Le pedí a ella que intercediera ante el Sagrado Corazón de Jesús, para que a fin de mes la Providencia me enviara los recursos necesarios para la subsistencia de mi familia. Imploré, imploré sin parar».

Y el resultado de tanta súplica no se hizo esperar: le llegó de Recife una notificación bancaria de que se encontraba a su disposición una cantidad relacionada con un procedimiento judicial cuya decisión le había sido favorable.

Extremadamente consolada, Renilda se dirigió a una sucursal bancaria para retirar el dinero. «El importe fue suficiente para pagar algunas cuentas atrasadas y cubrir los gastos esenciales, lo cual sólo fue posible gracias a la bondad inmensa de Dña. Lucilia, que socorre a todos sus hijos espirituales, bastando acudir a ella con fe y devoción. Doña Lucilia realmente nunca nos desampara. Que las oraciones de sus hijos continúen siendo realizadas en agradecimiento por su benevolencia maternal, y en la intención de que sea elevada cuanto antes a la gloria de los altares entre los santos reconocidos oficialmente por la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana».

Una peculiar intervención… ¡«a escobazos»!

Sin embargo, no solamente a aquellos que acuden con devoción a Dña. Lucilia, ella les atiende. A veces, la devoción nace a raíz de una intervención de esta madre servicial, como ocurrió con la colombiana Andrea González Ortega, quien nos envió este pintoresco relato.

Andrea González en su entorno de trabajo. En la mesa se ve una fotografía de Dña. Lucilia

«Tras escuchar el pódcast sobre Dña. Lucilia, realizado en Colombia, me animo a contarles un gran favor que ella me hizo. Vivo en Chía, un pueblo cerca de Tocancipá, en donde queda la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, de los Heraldos del Evangelio.

»Después de la pandemia, por influencia de mi mamá, comencé a ir a misa casi todos los domingos y algunos sábados allá; me enamoraron las homilías y la confesión, pero sobre todo me convenció el celo por la santa comunión que tienen los Caballeros de la Virgen.

»En marzo de este año, le pedí consejo a un sacerdote, pues en mi trabajo tenía una compañera que me perturbaba el alma. Ejercía un enorme poder de atracción sobre la gente, pero no lo hacía para el bien, ya que, aun diciéndose católica, trataba de arrastrar a las personas hacia prácticas esotéricas. Además, propiciaba conversaciones morbosas y de doble sentido. ¡Era horrible! Yo sentía que mi alma la repelía y no sabía qué hacer, porque justo quedaba al frente de mi puesto de trabajo y a ella le gustaba iniciar esas conversaciones como para tentarme e incomodarme».

El sacerdote le había dado a Andrea dos fotos de Dña. Lucilia, recomendándole que llevara siempre una en el bolso y que pusiera la otra en su puesto de trabajo. Narra ella: «El padre me dijo que cada vez que mi compañera comenzara con esas conversaciones o con esas prácticas, le pidiera a Dña. Lucilia que la sacara “a escobazos”. Quedé sorprendía, pues la petición era muy poco convencional…».

Aclara también Andrea que ya había oído hablar de Dña. Lucilia en otras ocasiones, pero se había mantenido incrédula en cuanto a su intercesión, porque la asaltaban muchas dudas. No obstante, esta vez le dio una atención completa al consejo recibido.

Oración prontamente escuchada

Así continúa su relato: «En la primera oportunidad que mi compañera comenzó con sus conversaciones obscenas, hice la petición. Aunque se la dirigí a María, por  desconfianza: “Madre mía, no es digno de ti coger una escoba, por eso te pido que mandes a Dña. Lucilia a que la coja y saque de aquí a mi compañera ¡a escobazos!”. Esta fue toda mi oración y recuerdo que sólo la hice dos veces. Cuál fue mi sorpresa cuando, al cabo de menos de quince días, le llegó a mi compañera, sin que ella lo hubiera pedido, una resolución de traslado con reubicación de cargo para otra sección. No sólo la sacaron de mi lado, sino del edificio y casi que de la ciudad… y estaba muy enojada por el traslado».

En un complemento registrado por Andrea, podemos ver la «firma» de Dña. Lucilia que, a semejanza del Sagrado Corazón de Jesús, desea el bien de todos, con miras a su salvación eterna: «La mayor prueba que tuve de que ésta era una circunstancia que venía de la Providencia de Dios, por intercesión de Dña. Lucilia, fue que, al final, el traslado benefició mucho a mi compañera en su vida familiar y terminó feliz de irse».

Concluye: «Éste fue tan sólo un favor que Dña. Lucilia me consiguió de Dios. Ahora, cada vez que hay alguien que necesita un favor de Mamita María o de Jesús, le digo: “¡Pídanselo a Dña. Lucilia!”. Para agradecerle su intercesión y los futuros favores que me consiga de Dios, puse una foto suya junto a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Dios permita que por su intercesión sigamos obteniendo los favores que por nosotros mismos no logramos alcanzar».

Desempleado, pero no abandonado

También Tarcisio Mattos, cooperador de los Heraldos del Evangelio de Río de Janeiro, fue escuchado prontamente en un momento de dificultad por el que pasó hace cierto tiempo.

Tarcisio Mattos con la biografía de Dña. Lucilia escrita por el fundador de los Heraldos, Mons. João Scognamiglio Clá Dias

Padre de familia y desempleado, se inscribió en unas oposiciones para el cargo de ingeniero en el Ayuntamiento de San Bernardo del Campo, Brasil. Sin embargo, sabía muy bien cuán exiguas eran las posibilidades de salir vencedor en una disputa con muchos otros candidatos cualificados.

Por una feliz coincidencia, la convocatoria estaba prevista para el día 21 de abril, fecha de la partida de Dña. Lucilia al Cielo. «Entonces, antes del examen le pedí que me ayudara, ya que me encontraba en una difícil situación. Días después recibí la comunicación de que había obtenido el primer puesto entre sesenta candidatos».

Muy agradecido, añade Tarcisio: «Mi devoción a Dña. Lucilia viene de lejos, pues era yo discípulo del Dr. Plinio y tenía noción de que Dios la había puesto como madre de nuestra “familia espiritual”, de modo que estaba seguro de que ella me ayudaría, de una forma u otra. De hecho, en el Evangelio leemos que Dios siempre nos exige la fe. No tengo ninguna duda de que los efectos de su intercesión continúan en mi vida».

Tiempo después, compuso una música en honor de Dña. Lucilia en señal de agradecimiento. 

 

3 COMENTARIOS

  1. Leyendo estos testimonios tan llenos de fruto espiritual, veo cómo Doña Lucilia intercede de diferentes maneras. Dependiendo de la situación, puede tardar más o menos, puede ser inmediato o no, pero siempre ayuda. No falla. Ella es un reflejo de la actitud que tiene El Señor y Nuestra Madre hacía nosotros, si tenemos verdadera Fé y oramos, nuestro problema se resolverá, en algún momento, pero se resolverá. Estamos siendo escuchados que no ocurra inmediatamente la solución a nuestra problema no quiere decir que no vaya a ocurrir ¡Qué gran importancia tiene el abandono y la confianza! Pidámosle a Doña Lucilia tener la gran devoción que le tenía ella al Sagrado Corazón de Jesús y que nos ayude a vivir siempre dentro de Él, protegidos y esperanzados.

  2. Me gustaria saber la oracion que se puede utilizar para pedir la interseción de Doña Lucilia, se que tiene a ver con el Sagrado Corazón de Jesús

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