La más bella alianza de heroísmo y santidad

Ora en la vanguardia, ora en la retaguardia de la hueste, presente siempre donde el riesgo era mayor, Nuno Álvares resumía en sí el genio, el alma, el corazón mismo de mil hombres, que latían al compás de su corazón plácidamente impulsado por la fe.

Tenía entonces 25 años, pero la grandeza de los sentimientos, multiplicada por el tiempo, le daba la edad de un hombre maduro. Siempre alegre, siempre sereno, siempre el mismo, aparecía en las mayores crisis gracioso y mesurado, pero irónicamente enérgico y decidido. La obediencia que le tenían se componía al mismo tiempo de miedo y amor. […]

No había quien mejor supiera imponerse riendo, llevando a su prójimo a sometérsele a su antojo; no había hombre más particular y meticuloso en las menudencias de la guerra, corrigiendo, enmendando, interviniendo siempre y viéndolo todo por sus propios ojos, que tenían, con la amplitud del águila, la agudeza del lince.

La guerra no era para él una pasión, ni el combate una embriaguez, ni la gloria un fin. La guerra era sólo el medio para llegar al destino de la redención del reino; y la gloria sólo la vio seductora en las revelaciones del Cielo, hacia donde su alma piadosa batía sus alas con permanencia. […]

Todo para él era religioso, desde las costumbres privadas hasta la disciplina guerrera, el culto a la patria, el amor al rey y, finalmente, la vida misma, que había entregado a una misión trascendente. Por eso, respirando una atmósfera de ideal, su rostro se iluminaba con una aureola de alegría, a veces irónica, y sus manos se abrían siempre para derramar a su alrededor el maná de la bondad piadosa.

De todo lo que la crónica nos cuenta de él, ha de inferirse que la especie humana nunca ha producido un ejemplo más bello de la alianza del heroísmo y la santidad: nunca, por tanto, los hombres han visto enlazadas de esa forma las dos agujas culminantes que se elevan de la tierra para entrar en los Cielos…

OLIVEIRA MARTINS, J. P.
A vida de Nuno Álvares.
Lisboa: Antonio María Pereira,
1893, pp. 303-305.

 

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