Serenidad ante el riesgo

En la antigua Alejandría, en una época en la que los cristianos se dejaban llevar por la tibieza y la excesiva acomodación ante la idolatría pagana, Dios suscitó a Santa Catalina para que, con su luz interior y su celo inflamado, reavivara en ellos el fervor católico.

Sus palabras, su ejemplo y su glorioso martirio convirtieron a muchos que, tal vez, de otra manera no se habrían salvado.

Debemos pedirle a ella que, cuando surjan circunstancias en las que tengamos que afrontar riesgos o, quizá, hasta perder la vida en la lucha contra los adversarios de la Santa Iglesia, conservemos esa serenidad que sólo la gracia da ante la muerte.

Que en todas las ocasiones de la vida tengamos, ante el riesgo, esta calma llevada al sacrificio extremo, si así es la voluntad de la Santísima Virgen.

 

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