Nada hacía presagiar la fuerte conmoción que la familia de Pamela Balda sufriría aquel jueves, 30 de mayo de 2024. En la casa donde vive con sus padres y su hermana en Guayaquil (Ecuador), las actividades cotidianas transcurrían con normalidad cuando, alrededor de la una de la tarde, su madre, Anita Mariela Desiderio Hinostroza, fue víctima de un secuestro mientras iba en su coche.
La noticia dejó a sus familiares consternados. Igualmente impactados se quedaron parientes, amigos, conocidos… El suceso tuvo lugar a plena luz del día, en una calle muy transitada y, como suele ocurrir, las primeras búsquedas para averiguar el paradero de Mariela resultaron infructuosas.
Primer intento de rescate
Un gran sufrimiento golpeó de un modo inesperado a la familia de Mariela. En ese momento, ¿cómo no dejarnos sacudir por la virtud de la fe?
A medida que pasaban las horas, aumentaba el peso de la prueba en todos los miembros de la familia: la incertidumbre, el miedo y la angustia por el destino de Mariela les oprimían sus corazones. Pamela describe algunos detalles del drama que vivieron:
«Recibimos muchos mensajes de extorsión, pidiéndonos una suma inmensa de dinero, que no podíamos pagar. Negociando con los secuestradores, acordamos una cantidad por su liberación. Depositamos el dinero, esperamos durante toda la noche, hasta las primeras horas de la mañana, pero mi madre no llegó. En nuestra desesperación, pensamos que ya no iba a volver. Sinceramente tuve una crisis de fe, porque el Maligno suele aprovecharse en estos momentos de angustia».

Pero poco después, viendo un vídeo de los Heraldos del Evangelio en internet, Pamela sintió como si Dios le hablara, y entonces recuperó la confianza. Nada más natural: las pruebas y dificultades que atravesamos son tanto más duras cuanto menos esperamos que lo sean y más nos hieren en lo que tenemos de más preciado; en este caso, el amor filial.
En tales circunstancias, la tentación de desesperarse se presenta con mucha fuerza y, si no hubiera sido por el auxilio sobrenatural, Pamela, como cualquier otra persona, habría sucumbido a la prueba. Sin embargo, al estar consagrada como esclava de amor a María Santísima, esta Madre celestial acudió en su ayuda, indicándole un modo de obtener la gracia que tanto anhelaba: pedir la intercesión de Dña. Lucilia.
Un buen consejo en el momento oportuno
Pamela prosigue su relato:
«Nunca había oído hablar de Dña. Lucilia. Supe de ella porque tengo un amigo de infancia, que considero como mi hermano, en los Heraldos del Evangelio. Hacía mucho tiempo que no hablaba con él, pero en esos momentos de aflicción quise contarle lo sucedido, para pedirle oraciones. Me aconsejó que recurriera a la intercesión de Dña. Lucilia, asegurándome que ella traería de vuelta a mi madre. A partir de entonces, empecé a rezarle mucho por mi madre.
»Al día siguiente de esta conversación —es decir, el miércoles 5 de junio por la mañana—, recé un rosario de jaculatorias, rogándole a Dña. Lucilia que me diera una prueba de que mi madre estaba viva. Por la tarde, en torno a las cuatro, ¡los secuestradores nos enviaron un mensaje de voz de mi madre! Definitivamente, fue un “milagro”. Por fin pudimos saber que estaba viva, y esto sirvió de motivación para que la policía continuara la búsqueda».
Segundo intento de rescate
La señal que Pamela le había pedido a Dña. Lucilia había sido dada, y se apresuró a transmitírselo a los agentes de policía, para que ellos también recurrieran al auxilio de esta bondadosa dama:
«Les conté que Dña. Lucilia nos había hecho un “milagro”. Ellos se interesaron mucho, me preguntaron su nombre e incluso me escribieron por WhatsApp para que les diera más información. Les envié un enlace de YouTube donde relataban algunos de sus “milagros”. Al día siguiente, jueves 6 de junio, ellos ya habían decidido buscar a los delincuentes. Entonces les pedí que rezaran a Dña. Lucilia porque, si gracias a ella recibí la señal de que mi madre estaba con vida, gracias a ella también descubriríamos su paradero. Y eso fue lo que hicieron».
La búsqueda continuó, con alentadores resultados; no obstante, a la familia de la secuestrada le esperaba una nueva decepción: «A las siete de la tarde la policía nos dio la noticia de que habían encontrado a dos de los delincuentes involucrados en el caso y que uno de ellos supuestamente nos iba a indicar dónde estaba mi madre. Éste llevó a la policía al lugar donde la tenían retenida, pero mi madre ya no estaba allí… Fue un momento horrible, aunque algo dentro de mí me decía que estábamos cerca de encontrarla, que no debía rendirme. Así que seguí rezándole a Dña. Lucilia».
Finalmente, la liberación
Familiares y amigos se unieron en oración pidiendo a Dios, por intercesión de Dña. Lucilia, que Mariela fuera liberada de su cautiverio
Pamela no sólo continuó rezando, sino que organizó una campaña de oraciones, compartiendo su historia con sus conocidos y pidiéndoles a todos que se unieran a sus súplicas para conseguir, por intercesión de Dña. Lucilia, la liberación de su madre. Y el resultado no se hizo esperar: «En la madrugada del viernes 7 de junio, el delincuente que tenía secuestrada a mi madre se puso en contacto conmigo».
La situación era muy delicada, pues la policía tenía en su poder a dos de los secuestradores y aún no había descubierto al resto de la banda ni el paradero de Mariela, y se temía que como represalia atentaran contra su vida. Los delincuentes hicieron algunas exigencias más y, finalmente, alrededor de las ocho y cuarenta y cinco de la noche, dijeron que la liberarían. De hecho, llegó a casa en menos de media hora.
Los secuestradores habían abandonado a Mariela en un lugar desierto y oscuro. No tenía idea de dónde estaba. Unos agentes de policía pasaron por allí, pero la ignoraron por completo, ya que no podían imaginar de quién se trataba. Entonces, un hombre que circulaba en motocicleta se detuvo y Mariela le pidió que le informara dónde se hallaba; y él, muy amablemente, se ofreció a llevarla a la avenida principal e incluso la ayudó a conseguir un taxi. Para la familia, este gesto sólo pudo ser fruto de una ayuda sobrenatural.
Doña Lucilia está presente en las circunstancias más diversas, demostrando que es una madre para todos los momentos y en cualquier dificultad
Pamela concluye así su relato: «Desde el domingo 2 de junio, todas las noches rezábamos en familia el rosario y la novena a Nuestra Señora de Fátima, con la intención de que mi madre apareciera. Yo rezaba el rosario individualmente desde que desapareció, y aún hoy lo sigo haciendo, pero ahora con mi madre. Le conté todo sobre Dña. Lucilia y ahora ella también recurre a su intercesión. Le prometí a Dña. Lucilia rezarle diariamente, junto con mis padres y mi hermana, un rosario de jaculatorias, hasta el final de mi vida».

Gracias al auxilio de Dña. Lucilia, Pamela volvió a tener reunida a su familia y, además —un don de valor inestimable—, fundamentada en la fe y en la oración. Una familia así está preparada para afrontar todo tipo de pruebas y dificultades.
Solución de un problema financiero
Como hemos visto antes, Pamela compartió sus aflicciones y esperanzas con sus conocidos, pidiendo las oraciones de todos por la pronta liberación de su madre. Ciertamente, esto no ocurrió por casualidad, sino por inspiración divina, que la llevó a difundir «el buen olor de Cristo» (2 Cor 2, 15) por medio de Dña. Lucilia, para que ésta pudiera interceder no sólo en favor de su familia, sino también de quienes sabían lo que le había sucedido a Mariela.
Una beneficiaria de esa «campaña» fue María de Lourdes Ubilla Bustamante, también residente en Guayaquil, que empezó sus peticiones a Dña. Lucilia en favor de Mariela y terminó siendo favorecida en la solución de un problema financiero, como ella misma narra:
«Conocí a Dña. Lucilia a través de mi hija, porque habían secuestrado a la madre de una de sus mejores amigas y ella pedía a sus conocidos y amigos que rogaran y prometieran algo a Dña. Lucilia para que su madre regresara sana y salva. Cuando me habló de ella, recuerdo que me puse a indagar quién era y vi que hacía muchos “milagros”. Junto con mi hija oramos mucho por la señora secuestrada y a los pocos días supimos de su liberación. A partir de ese momento no dejamos de rezarle a Dña. Lucilia y he aquí que me concedió a mí también un favor».
Desde 2022, María de Lourdes estaba tratando de recibir del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) una considerable suma que le adeudaban. Además de la lentitud propia de las decisiones de este tipo de administraciones públicas, el pago siempre se posponía. Finalmente, decidió recurrir a Dña. Lucilia.
«El 12 de junio —relata ella—, teniendo verdadera necesidad de ese dinero, le pedí con mucha fe a Dña. Lucilia que interviniera. Luego subí a mi cuarto y me di cuenta de que había recibido una notificación del IESS en el teléfono: me avisaban que se había resuelto el problema. Revisé mi cuenta bancaria y, ¡oh, sorpresa!, habían depositado de una vez todo el dinero de la deuda. Agradezco el favor recibido de Dña. Lucilia, de quien le estoy hablando a muchas personas».
Dificultad para solucionar una limitación infantil
Otra familia, en una situación completamente diferente, recibió de Dña. Lucilia una gracia muy peculiar y quiere compartirla con nuestros lectores. Se trata de Juliana Araújo Ferreira Rosa y su esposo, Leonardo Picinatto Rosa, que ya contaron en esta revista cómo su tercera hija, Ana María, fue curada de un quiste por intercesión de Dña. Lucilia.1
Recientemente este matrimonio recibió otra gracia a través de esta bondadosa protectora, para solucionar una pequeña limitación que sufría la menor de sus hijas, Mariana Lucilia.
Juliana nos cuenta: «Cuando nació Mariana Lucilia, me di cuenta de que tenía el frenillo lingual muy corto, es decir, el frenillo sublingual estaba muy cerca de la punta de la lengua, por lo que ni siquiera podía sacar la lengua. Obviamente, esto dificultaba un poco el proceso de alimentación de la niña».
Por esa razón, en su primera semana de vida Mariana ganaba poco peso, ya que no podía comer con facilidad. Preocupados por la situación, llevaron a la pequeña al pediatra, a fin de encontrarle una solución al problema: «El médico dijo que habría que hacerle una minicirugía, algo muy sencillo, que consiste en cortar el frenillo de la lengua. Una vez hecho esto, el bebé se va adaptando y puede alimentarse adecuadamente».
La consulta médica tuvo lugar un lunes. Deseosos de remediar el defecto sin demora, Juliana y Leonardo buscaron enseguida algunos odontopediatras para agendar el procedimiento, pero ninguno de ellos tenía una hora disponible ese día ni los siguientes; sólo podrían al final de la semana.
Al verse humanamente impotentes para ayudar a su hija, ambos decidieron pedirle a Dña. Lucilia que intercediera por ella.
Caso resuelto, ¡sin intervención quirúrgica!
Continúa la narración de Juliana:
«Esa madrugada, alrededor de las tres, Mariana se despertó con hambre y, mientras la atendía, me acordé de rezar la coronilla de la misericordia pidiendo, por intercesión de Dña. Lucilia, que se resolviera su problema.

»Por la mañana, mientras preparaba unas vitaminas que ella debía tomar, Mariana empezó a llorar porque quería comer. Entonces me di cuenta de que el frenillo de la lengua se le había desprendido solo… ¡Fue algo increíble! Inmediatamente se lo agradecí a Dña. Lucilia, pues lo había solucionado antes de lo que esperábamos. Queríamos únicamente encontrar un médico que hiciera el procedimiento de inmediato y ella intercedió para que el frenillo se desprendiera sin intervención quirúrgica…».
Tras recurrir a Dña. Lucilia para agendar la operación de su hija, la pareja recibió la gracia de que ya no hacía falta que sometiera a ella
Tras enviarle una fotografía de la lengua de Mariana Lucilia a su pediatra para explicarle lo sucedido, el médico respondió, asombrado, que nunca había visto nada igual… A partir de ese día, la niña comenzó a alimentarse mucho mejor y, en su cita de rutina con el especialista a la semana siguiente, se comprobó que había ganado más del doble de peso que la semana anterior, prueba de que el problema se había resulto por completo.
Juliana nos cuenta además: «El médico evaluó a Mariana y dijo: “No me lo puedo creer, pero el frenillo ¡se desprendió solo! Parece como si alguien la hubiera operado, dejándole la lengua normal”». La reacción del pediatra, desde un punto de vista científico, es más que comprensible. Por ello, emitió un informe en el que declaraba que en todos sus años de profesión nunca había visto que un problema de ese tipo se arreglara sin intervención quirúrgica y, además, sin dejar marca alguna.
Para Juliana y Leonardo, la solución del caso tiene un nombre: «Una gracia más que atribuimos a la intercesión de Dña. Lucilia. Y, con esto, comprobamos que ella realmente se encarga de todo». ◊
Notas
1 Véase el artículo «Madre siempre solícita y generosa», publicado en esta misma revista Heraldos del Evangelio, edición núm. 241, de agosto de 2023.