Acción discreta, suave y maternal

Obrando de manera discreta, como en vida, Dña. Lucilia manifiesta su bondad hacia todos, como lo demuestran los numerosos relatos de gracias y favores enviados por sus devotos de diversos países.

Al que quisiera contar las gotas de rocío que Dios derrama durante la noche sobre la faz de la tierra se le consideraría poco equilibrado… De hecho, el rocío no es más que minúsculas gotas de agua, pero al amanecer de cada día tal vez se podrían llenar varios barriles con este precioso líquido esparcido tan dadivosamente por la Providencia.

De manera análoga, la acción de Dña. Lucilia a favor de quienes acuden a ella es tan frecuente y, al mismo tiempo, tan discreta que podríamos compararla con el rocío que cae suavemente en medio de la negrura de la noche de las pruebas y de las angustias.

Hoy somos incapaces de calcular el número de gracias y favores obtenidos por su intercesión. Su aumento en los últimos meses nos hace crecer en la convicción de que, por muy duras que sean las noches de las pruebas, es cierto que al amanecer se derramará sobre nuestras almas el bálsamo divino.

Transcribimos en el presente artículo, entre otros testimonios, algunos comentarios hechos por devotos en las redes sociales de los Heraldos del Evangelio en varios países y en el sitio web de esta revista. De este modo, nuestros lectores podrán degustar algo de esta suave acción maternal que se va extendiendo, poco a poco, por el mundo entero.

Pidió auxilio y fue atendido sin demora

A principios de agosto de este año, Efraín Fárez Calle llamó a la puerta de la residencia de los Heraldos del Evangelio de la ciudad de Cuenca (Ecuador) portando una ofrenda de flores en sus manos. En esa ocasión dijo que quería agradecer una gracia recibida por intercesión de Dña. Lucilia y contó cómo ella lo había sacado de una situación embarazosa, conforme nos lo narró más tarde en una carta. Todo empezó de una manera inusual…

«Soy propietario de una floristería. Junto a mi negocio existe un almacén de ropa, cuyos propietarios utilizan abundantes esencias, polvos y humos sumamente nocivos. Por esta razón busqué en YouTube algo de información sobre estas cosas y encontré un pódcast de los Heraldos del Evangelio acerca del tema de los maleficios, hechicerías y brujería.

»Entonces inicié un constante seguimiento de los vídeos de los Heraldos del Evangelio, y uno de ellos se trató de los “milagros” de Dña. Lucilia. Confiando en la intercesión de esta sierva de Dios, le pedí que me consiguiera vender mi casa con la finalidad de comprar otra a donde trasladarme con mi floristería y así evitar todos los inconvenientes actuales de poquísimas ventas y los estragos que nos ocasionan esos olores, como vértigo, náuseas, dolores de cabeza y pobreza.

»El hecho sorprendente es que por más de quince años he intentado vender la casa, pero a nadie le interesaba; muchísimos la visitaban, pero nunca hacían ninguna oferta.

»Vivamente me consta y le atribuyo el favor a Dña. Lucilia de que a los pocos días de haberla encomendado se presentó una persona interesada en comprar la casa. Se realizó el negocio y hoy en día estamos en los trámites de financiación; espero que todo sea un éxito.

»Queda pendiente otro favor que le sigo pidiendo a Dña. Lucilia: que me ayude a comprar otra casita, donde sea acertado instalar mi florería para ganarnos la bendición del pan de cada día, pagar las deudas y obtener la prosperidad de mi familia».

Ayuda segura en las pequeñas dificultades

De manera sencilla y maternal, Dña. Lucilia quiso responder prontamente a las oraciones de María Adilia Quezada Morán, quien nos escribe desde Nicaragua para agradecer dos favores:

«La primera gracia que recibí por su intercesión fue, para ser exacta, una semana antes de la misa de la Resurrección del Señor, en la Pascua. Estoy en el camino de conversión neocatecumenal y acostumbramos a hacer la cena pascual, pero que yo no tenía ni un córdoba para pagar la cuota. Entonces comencé a pedirle a Dña. Lucilia que intercediera ante el Sagrado Corazón de Jesús para que me consiguiera esa pequeña cantidad que me hacía falta. ¡Y no se hizo esperar ni un día! Toca a mi puerta una joven y me dice que me compra la carga de aguacates, justo por la cantidad que yo necesitaba, y así pude participar en la cena pascual».

Al verse auxiliada de una forma tan eficaz y sintiéndose filialmente vinculada a Dña. Lucilia, María Adilia decidió poner bajo su patrocinio otra dificultad que atravesaba:

«Le pedí una segunda gracia y me la concedió hoy: que me devolvieran un objeto de mucho valor sentimental, que lo tenían unas personas y no querían dármelo; y en la casa de mi anciano padre hubiera habido un gran problema. Comencé a orar hace tres días ¡y hoy me entregaron el objeto! Gloria a Dios y a la intercesión de Dña. Lucilia. Muchas gracias».

«¡Doña Lucilia, ten piedad de él!»

En la ciudad de Belo Horizonte (Brasil), Dña. Lucilia socorrió al pequeño João Rafael, un niño de 5 años, hijo de Rose Cristina y Antonio Ferreira Soares.

João Rafael en el hospital con su padre

Cierta noche, le entró en un ojo una mota de polvo. Lo cerró y se quedó dormido. A la mañana siguiente el niño no podía abrir los ojos, ni siquiera con la ayuda de sus padres. Sin comprender lo que le ocurría, lo llevaron al hospital. Tras varias pruebas infructíferas, la médica de guardia decidió esperar dos días para realizar un control más detallado.

Afligidos, Rose y Antonio veían que el tiempo pasaba sin ningún signo de mejoría: João seguía con los ojos herméticamente cerrados, chocándose con los muebles y las paredes de la casa. Su estado empeoraba por el hecho de que padecía autismo y, por tanto, con mayor riesgo de no volver a abrir los ojos nunca más. «Cada día que pasaba, nuestra angustia aumentaba», nos decía Antonio.

El día señalado, llevó nuevamente al pequeño al hospital, a fin de someterlo a un procedimiento con anestesia local, para analizar sus globos oculares. A pesar del dolor que le provocaban las inyecciones, João continuó sin abrir ninguno de los ojos. Una vez finalizado el examen, los médicos confirmaron que no había ninguna anomalía en los globos oculares… Sólo quedaba esperar a que el niño abriera los ojos en algún momento.

Transcurridos unos días más de esta angustiosa perspectiva, Rose y su esposo fueron el domingo a la casa de los Heraldos de Belo Horizonte para asistir a la santa misa. Cuando terminó, le explicaron al sacerdote celebrante la situación en la que se encontraba João Rafael y le pidieron que le diera una bendición. Al bendecirlo, el sacerdote dijo esta breve oración: «¡Doña Lucilia, ten piedad de él! Por favor, no dejes que se quede así. ¡Intercede por él, madre mía!». Y trazó una cruz en la frente del pequeño enfermo.

João Rafael ya totalmente recuperado

Después de la bendición, la familia se marchó. Habiendo andado unos cien metros, Rose avistó unos pajaritos y le dijo a su hijo: «¡João, mira los pajaritos que están cerquita de ti!». Al oír esto, abrió uno de sus ojos. Rose narra emocionada: «¡Lo abrió en ese momento! ¡Fue un “milagro” instantáneo!».

Estaban asombrados, pues nadie se esperaba que la petición fuera atendida de manera tan inmediata. Dos días después, João Rafael logró abrir el otro ojo y todo volvió a la normalidad, sin secuelas.

Cuando Rose le contó al sacerdote la feliz noticia, éste aprovechó la oportunidad para darle un consejo: «¡Ahora, usted, en agradecimiento a Dios, procure ser una gran santa!».

Auxilio para encontrar un nuevo hogar

Con el creciente interés de la opinión pública por conocer más detalles de la vida de Dña. Lucilia, se han multiplicado las reseñas sobre ella en las redes sociales. En los comentarios de lives y pódcast publicados en YouTube, por ejemplo, encontramos a menudo manifestaciones filiales de sus devotos, que le piden ayuda en sus necesidades por medio de confiadas oraciones o relatan gracias alcanzadas por su intercesión.

Transcribimos a continuación un comentario dejado por Nata en un pódcast realizado por heraldos de Ecuador:

«Quiero contarles que hoy, por el rezo del santo rosario y la intercesión de Dña. Lucilia, he recibido un favor que he estado pidiendo hace quince días. Mi familia estaba en una necesidad muy grande de conseguir un nuevo lugar donde vivir, porque a final de mes debían entregar el apartamento donde les arrendaban.

»Escuchando a los heraldos, decidí imprimir una fotografía de Dña. Lucilia y pedirle su intercesión, en mi rosario diario, para que mi familia consiguiera un nuevo lugar donde vivir, porque estaban muy angustiados. Hoy mi madre me llamó y me contó que ya pudieron encontrar donde mudarse. Estoy segura de que fue por la intercesión de Dña. Lucilia durante el rezo del santo rosario. ¡Gloria a Cristo Rey! ¡Doña Lucilia, ruega por nosotros».

«Ahora ella es mi madre»

Capturas de pantalla de pódcast sobre Dña. Lucilia disponibles en el canal YouTube de los Heraldos de Ecuador y de Colombia; en el centro, uno de los comentarios reproducidos en este artículo

Otro testimonio nos ha llegado a través de un comentario hecho por María García en un pódcast realizado por los heraldos de Colombia, que ya ha alcanzado más de 253.000 reproducciones en seis meses:

«Hola, desde Las Vegas. Ayer supe de Dña. Lucilia. Yo le había pedido a Dios que nos diera lluvia, porque ya estábamos en sequía… Le recé a todos los profetas y a otros santos y nada… Entonces, ayer, cuando una joven dio su testimonio sobre Dña. Lucilia, me dije: “¡Manos a la obra!”. Cogí una foto suya y le pedí que fuera mi madre. Escribí muchas listas de peticiones, entre ellas que lloviera siquiera tres días, para que el lago Mead se llenara, pero que no hiciera daño a nadie. Por la noche, me acosté y platiqué con ella un poco.

»Al día siguiente me dijo mi hija: “Mami, sabes que se viene una tormenta muy fuerte, causada por un huracán que llegará a California? Y lloverá aquí durante tres días”. No podía creerlo. Lo compartí con mis contactos y les conté lo que había pasado… Buenas noches y muchísimas gracias. Ahora ella es mi madre».

Un sueño que da ánimo para rezar y confesar

Un gran milagro es, sin lugar a duda, curar a un ciego de nacimiento o resucitar a un muerto. No obstante, un milagro mucho mayor es reconducir hacia la vida de la gracia a un alma muerta por el pecado. A través de un grupo de WhatsApp, nos llegó un edificante relato de un prodigio de este porte:

«Hoy vengo a compartir un testimonio del amor de Dña. Lucilia. En 2019 regresé a la Santa Iglesia, después de pasar años alejada. El comienzo de mi conversión fue difícil, por algunas razones que no conviene citar aquí. Sucede que en aquella época caí en pecado mortal y me dejé llevar por un desánimo tan terrible que ni siquiera quería rezar una avemaría, y mucho menos el rosario.

»Una noche tuve un sueño muy hermoso en que me encontraba a la vera de un río con agua tan clara que podía ver el fondo nítidamente. La arena de aquel lugar era blanca como la nieve, y sobre ella se encontraban algunas pertenencias de los Heraldos del Evangelio, entre ellas, un libro gigante de tapa dura con marco y una fotografía de Dña. Lucilia. En ese libro había fotos y escritos maravillosos que intentaba memorizar porque —en ese momento— ya sabía que estaba soñando y no tendría nada de esto cuando despertara.

»En ese lugar también había una tarima de madera y sobre ella estaba sentado un sacerdote de los Heraldos solo, que conozco en Brasilia, y junto a él había un reclinatorio esperando a alguien para confesar. Después de esto me desperté, pero me desperté con bastante ánimo para rezar el rosario y confesarme. Así que recé y me confesé. En aquella época, no sabía que existía un libro con escritos y fotos de Dña. Lucilia, sólo me enteré el día que fui a confesarme.

»Creo que este sueño fue una gracia gigante de cuidado y de amor de Dña. Lucilia hacia mí. Recuerdo esto con el corazón lleno de amor. Que Dña. Lucilia nos ayude a tener el ánimo de emprender nuestra caminata hacia el Cielo».

Gratitud por la pronta atención

Las páginas de esta revista también han sido una oportunidad para que muchos conozcan hechos de la vida de Dña. Lucilia, así como testimonios de las numerosas personas beneficiadas por ella desde la eternidad. Y los artículos disponibles en nuestro sitio web terminan convirtiéndose en un punto de referencia para quienes desean manifestar su agradecimiento, como sucedió con Rebeca Herrera, que dejó el siguiente comentario en uno de los artículos de la edición en español:

Capturas de pantalla de artículos sobre Dña. Lucilia publicados en la web de esta revista; en el centro, uno de los comentarios reproducidos en este artículo

«Antes de dormir, rezé el rosario y le puse mis necesidades a Dios, a la Virgen María, y le pedí a Dña. Lucilia que, por favor, intercediera. De ella no sé más de lo que vi en un video de la sanación de Luisito, un niño mexicano. Pero con gran fe, creo que los amados por Dios pueden interceder por nosotros.

»Mi esposo tenía una cita hoy para ver si conseguía trabajo, y acabamos de tener la gran noticia que empieza mañana mismo. Y esto sólo pudo ser la gracia de Dios, de la Virgen y de la intercesión de Dña. Lucilia. Gracias por haber escuchado a esta alma mísera, Dios mío, y siempre darle a mi esposo y familia lo que nuestra alma y cuerpo necesitan. Y tengo la confianza de que mis otros dos milagros se harán pronto también. Amén.

»Dios los escuche a todos, los sane, repare y renueve, y esta amorosa señora siga ayudándonos a reparar nuestra fe en nuestro único Dios». 

 

1 COMENTARIO

  1. ACCIÓN DISCRETA, SUAVE Y MATERNAL

    Qué valiosa recopilación de gracias y favores, por la intercesión de Doña Lucilia, madre del Fundador de los Heraldos del Evangelio, Dr. Plinio, nos ofrece Doña Elizabete Fátima Talarico.
    Recuerdo, hace unos tres años, al concluir la lectura de la biografía de Doña Lucilia, escrita por Monseñor João S. Clá Dias, me atreví a pensar que la virtud, mejor dicho, la santidad, de esta Dama brasileña se dejaba ver en sus sufrimientos silenciosos y, especialmente, en todo lo que se ha reservado a lo largo de su vida.
    Cincuenta y cinco años después de su muerte sigue desempeñando magistralmente el papel de madre y dando un “jeitinho” en las situaciones más difíciles. Pero quisiera destacar, además de numerosas curaciones y problemas familiares resueltos, que Doña Lucilia se muestra experta en la curación de almas, en ayudarnos a progresar en la vida espiritual y a vencer los defectos más arraigados en nuestra diaria lucha interior.
    Se vive, acudiendo a ella, una sensación de ser comprendidos, de ser amados incondicionalmente, de ser hijos, de haber sido cubiertos por el misericordioso chal lila de Doña Lucilia.

    Fé Colao

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