Santa Juana de Arco brilla en el firmamento de la Iglesia como uno de los reflejos más fascinantes de Nuestra Señora. La Doncella de Domrémy puede ser contada entre los últimos destellos, y quizá el más glorioso, de la pugnacidad católica típica de la época medieval.
Es la suya una vocación excepcional, ya que nunca se le había confiado a una mujer la tarea de liderar ejércitos y participar en batallas.
Con cándida generosidad e inusual coraje, la joven acepta la misión enviada por el Cielo y abandona su aldea. Entre las mil y una peripecias de la profetisa-soldado, constan espectaculares éxitos militares, cuajados de milagros y de episodios de heroísmo épico.
La figura de «La Pucelle» despunta como una centella divina capaz de avivar incendios de gracia y mover epopeyas sacrosantas. Su audaz e incansable pugnacidad, aliada a la más impoluta virginidad, la convierte en un símbolo, una luz, una gloria para la historia.