San Luis IX, rey de Francia, representó, con una plenitud que pocas veces se ha encontrado en la Historia, al varón católico como la Iglesia desea que él sea, al laico que vive en el siglo y lleva hasta la más alta perfección el cumplimiento de los Mandamientos de la Ley de Dios. De tal manera que, mezclado con todos, no obstante, los superó a todos.

Fue un varón en la plenitud del término, para demostrar que el hombre debe ser santo en la vida cotidiana. Un varón al mismo tiempo fuerte y bondadoso; justo, equitativo, pero por eso mismo consciente de sus derechos; que sabe hacerse temer y respetar, así como darle a cada uno lo que es suyo. Fue el rey sumamente confiado, hasta la candidez; sumamente experto, hasta el extremo.

San Luis realizó el «summum» de la majestad humana, al probar que un rey puede ser grande e imponerse, no sólo porque está en el trono y rodeado de toda pompa regia, sino porque es un varón católico.

Plinio Corrêa de Oliveira

 

En la foto superior: San Luis IX – Sainte-Chapelle, París

 

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