Pureza combativa y serena

La hagiografía y la iconografía católicas nos presentan a San Antonio de Padua como un varón de extrema placidez y de una ordenación de alma que se refleja incluso en los armoniosos pliegues de su hábito franciscano. La invariable compostura de su ropa es una especie de sismógrafo de la ordenación de su mente extraordinaria.

En la punta de sus delgados labios tiene listas las respuestas que le convirtieron en el magnífico defensor de la fe contra las herejías.

En toda su persona resplandecen la pureza, la castidad y la serenidad del santo que tanto hizo a favor de la gloria de Dios.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Del mismo autor

Artículos relaccionados