Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. San Claro, abad (†660/670). Superior del monasterio de San Marcelo, de Vienne, Francia.
Santos Basilio Magno (†379 Capadocia, Turquía) y Gregorio Nacianceno (†c. 389 Capadocia, Turquía), obispos y doctores de la Iglesia.
Beata Estefanía Quinzani, virgen (†1530). Miembro de la Tercera Orden de Santo Domingo, de Soncino, Italia, se dedicó a la contemplación de la Pasión del Señor y a la instrucción cristiana de las jóvenes.
Santísimo Nombre de Jesús.
San Antero, papa (†236). De origen griego, gobernó la Iglesia tan sólo cuarenta días. Fue el primer pontífice enterrado en las catacumbas de San Calixto.
Santa Faraildis, viuda (†c. 745). Nacida en la ciudad de Gante, Bélgica, sufrió pacientemente los malos tratos de su marido; tras enviudar abrazó una vida de oración y austeridad.
San Carlos de San Andrés Houben, presbítero (†1893). Religioso pasionista holandés, fue misionero en Inglaterra y en Irlanda, se distinguió por su celo en la administración del sacramento de la Confesión.
Solemnidad de la Epifanía del Señor. Santa Rafaela María del Sagrado Corazón, virgen (†1925). Fundó la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Víctima de incomprensiones, se vio obligada a renunciar al cargo de superiora y pasó treinta y dos años como simple hermana.
San Raimundo de Peñafort, presbítero (†1275 Barcelona, España).
San Canuto Lavard, mártir (†1137). Duque de Schleswig, Dinamarca, gobernó con prudencia y bondad el principado y fomentó la piedad de su pueblo. Fue asesinado por enemigos que envidiaban su autoridad.
Bautismo del Señor. San Jorge de Choziba, eremita (†c. 614). Originario de Chipre, empezó a vivir como ermitaño en Choziba, en las proximidades de Jericó. Pasaba toda la semana recluido en su celda, pero el domingo conversaba con los hermanos sobre temas espirituales.
Beata María Teresa de Jesús, virgen (†1622). Fundó junto con San Pedro Fourier la Congregación de las Canonesas Regulares de Nuestra Señora.
Beato Gonzalo de Amarante, presbítero (†c. 1259). Sacerdote de Braga, Portugal, que después de una peregrinación por Tierra Santa se hizo dominico y, finalmente, se retiró a una ermita.
San Paulino de Aquilea, obispo (†802). Fue consejero del emperador Carlomagno en asuntos religiosos. Nombrado obispo de Aquilea, Italia, se esforzó en convertir a los ávaros y los eslovenos.
Santa Margarita Bourgeoys, virgen (†1700). Fundó en Montreal, Canadá, la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora, para la formación de las jóvenes.
San Hilario, obispo y doctor de la Iglesia (†367 Poitiers, Francia).
San Remigio, obispo (†c. 533). Fue obispo de Reims, Francia, durante más de sesenta años. Bautizó al rey Clodoveo y convirtió al pueblo franco a Cristo.
San Lázaro Pillai, mártir (†1752). Padre de familia asesinado en Aral Kurusady, India, por haberse convertido a la fe católica.
II Domingo del Tiempo Ordinario. Santa Ita, virgen (†570). Fundadora del monasterio de Clúain Credal, Irlanda.
San Marcelo I, papa (†309). San Dámaso lo define como un verdadero pastor. Ferozmente hostilizado por apóstatas que se negaban a aceptar la penitencia que les había impuesto, fue expulsado de su patria y murió en el exilio.
San Antonio, abad (†356 Tebaida, Egipto).
San Sulpicio el Pío, obispo (†647). Prelado de Bourges, Francia, despertó admiración por su generosidad, especialmente para con los pobres y los enfermos.
Santa Prisca, mártir (†a. 499). A ella está dedicada la basílica de la colina Aventino, de Roma.
San Arsenio, obispo (†s. X). Abrazó la vida monástica a los 12 años. Nombrado obispo de Corfú, Grecia, fue muy dedicado a su grey y asiduo en la oración nocturna.
San Fabián, papa y mártir (†250 Roma).
San Sebastián, mártir (†s. IV Roma).
San Vulstano, obispo (†1095). Religioso benedictino nombrado obispo de Worcester, Inglaterra, asoció los hábitos monásticos al celo pastoral.
Santa Inés, virgen y mártir (†s. III/IV Roma).
Beata Josefa María de Santa Inés, virgen (†1696). Religiosa agustina descalza del convento de Benigánim, España, favorecida con el don de consejo.
III Domingo del Tiempo Ordinario. San Vicente, diácono y mártir (†304 Valencia, España). San Gaudencio, obispo (†c. 418). Convertido por San Eusebio de Vercelli, de quien fue discípulo y compañero en el exilio. De regreso a Italia, fue consagrado obispo de Novara.
San Mainbodo, eremita (†s. VIII). Natural da Irlanda, se hizo peregrino y eremita. Según la tradición, fue asesinado por unos ladrones.
San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia (†1622 Lyon, Francia).
Beata Paula Gambara Costa, viuda (†1515). Terciaria franciscana de Binaco, Italia, que soportó con paciencia la violencia de su esposo, llevándolo a la conversión.
Conversión de San Pablo, apóstol.
San Poppón, abad (†1048). Rechazó un beneficioso matrimonio y se hizo benedictino en Saint-Thierry, Francia. Por sus virtudes, el emperador San Enrique le confió la dirección y reforma de los monasterios reales.
Santos Timoteo (Éfeso, Turquía) y Tito (Creta, Grecia), obispos.
Santa Paula, viuda (†404). Viuda romana y discípula espiritual de San Jerónimo, vivió con su hija, Santa Eustoquio, en un monasterio fundado por ella próximo a Belén de Judea.
Santa Ángela de Mérici, virgen (†1540 Brescia, Italia).
San Vitaliano, papa (†672). Promovió con especial celo la evangelización de los anglos.
Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia (†1274 Priverno, Italia).
San Jacobo, eremita (†s. VI). Por penitencia, vivió durante largo tiempo dentro de un sepulcro, en Palestina.
IV Domingo del Tiempo Ordinario. Beata Villana de Bottis, laica (†1361). Madre de familia que, abandonando la vida frívola que llevaba en Florencia, Italia, se hizo terciaria dominica y se destacó por su asidua meditación sobre Cristo crucificado, por la austeridad de vida y por la caridad para con los pobres.
San David Galván, presbítero y mártir (†1915). Por defender la santidad del matrimonio, fue preso y fusilado sin previo juicio, durante la persecución mexicana.
San Juan Bosco, presbítero (†1888 Turín, Italia).
Beata Luisa Albertoni, viuda (†1533). Tras la muerte de su esposo, entró en la Tercera Orden Franciscana y se dedicó a las obras de caridad, acogiendo a los pobres en su proprio palacio.