En gracia me ha caído, hija, cuán sin razón se queja, pues tiene allá a mi padre fray Juan de la Cruz, que es un hombre celestial y divino; pues yo le digo a mi hija, que después que se fue allá no he hallado en toda Castilla otro como él, ni que tanto fervore en el camino del Cielo. No creerá la soledad que me causa su falta. Miren, que es un gran tesoro el que tienen allá en ese santo; todas las de esa casa traten y comuniquen con él sus almas; verán qué aprovechadas están y se hallarán muy adelante en todo lo que es espíritu y perfección; porque le ha dado Nuestro Señor para esto particular gracia…

Certifícolas que estimara yo tener por acá a mi padre fray Juan de la Cruz, que de veras lo es de mi alma, y uno de los que más provecho le hacía el comunicarle. Háganlo ellas, mis hijas, con toda llaneza; que aseguro la pueden tener como conmigo misma y que les será de grande satisfacción; que es él muy espiritual y de grandes experiencias y letras. Por acá le echan mucho menos las que estaban hechas a su doctrina. Den gracias a Dios, que ha ordenado le tengan ahí tan cerca. Ya le escribo les acuda y sé de su gran caridad que lo hará en cualquiera necesidad que se ofrezca.

Carta de Santa Teresa de Jesús
a la Madre Ana de Jesús,
priora de Beas. Diciembre de 1578.

 

En la parte superior, fachada del convento de los Carmelitas Descalzos de Segovia (España).
En el destacado, pintura de San Juan de la Cruz que se conserva en dicho convento

 

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