Ella es, después de Dios, y tanto cuanto lo puede ser, la caridad viva, el celo vivo. ¡Qué no hace Ella por derramar en un alma al menos una gota de vida divina!
Deseáis, oh, María, difundir la gracia. ¡Pues bien! De ella seréis Madre. La propia fuente de la gracia es el Sagrado Corazón de Jesús: Él es vuestro, tomadlo, abridlo, derramadlo. Haced, en un mismo acto, su felicidad, la vuestra y la de las almas. Dad, conceded. Vos nunca lo daréis todo, porque Él es infinito. Vos nunca daréis en demasía, porque Él quiere dar lo infinito.