El día 8 de junio, después de la comunión, Jesús me comunicó que al atardecer me concedería una enorme gracia. Entonces fui a confesarme ese mismo día y se lo conté a monseñor, quien me dijo que estuviera muy atenta para referírselo todo después.
Llegada la noche, repentinamente, más pronto que de ordinario, siento un dolor interno, por mis pecados; pero lo experimenté muy fuerte, como nunca lo había sentido. Ese dolor me redujo casi que diría para morir. […]
Una gran cantidad de pensamientos giraban en mi mente: pensamientos de dolor, de amor de temores, de esperanza, de consuelo.
Al recogimiento interior le sucedió enseguida la pérdida de los sentidos y me hallé en presencia de mi Mamá celestial, que tenía a su derecha al ángel de mi guarda, el cual lo primero que me mandó fue que hiciera un acto de contrición.
Una vez terminado, mi Mamá me dirigió estas palabras: «Hija, en nombre de Jesús te son perdonados todos tus pecados». Luego añadió: «Jesús, mi Hijo, te ama mucho y quiere concederte una gracia; ¿sabrás hacerte digna de ella?». Mi miseria no sabía qué responder. Siguió diciendo: «Yo seré para ti una madre, ¿sabrás tú mostrarte una hija verdadera?». Extendió su manto y me cubrió con él.
En ese momento apareció Jesús, que tenía todas sus llagas abiertas; pero de éstas ya no salía sangre: salían como llamas de fuego que en un instante vinieron a cebarse en mis manos, en mis pies y en mi corazón. Sentía que me moría, y habría caído al suelo si mi Mamá celestial no me hubiera sustentado, cubriéndome siempre con su manto. Varias horas tuve que permanecer en esa posición. Después mi Mamá me besó en la frente y todo desapareció, y me encontré de rodillas en el suelo; pero todavía sentía un fuerte dolor en las manos, los pies y el corazón.
Me levanté para meterme en la cama, pero percibí que de aquellas partes que me dolían brotaba sangre. Las tapé lo mejor que pude y luego, ayudada por mi ángel, pude subirme a la cama. Y esos dolores y esas llagas, en lugar de afligirme, me llenaban de una paz perfecta. ◊
SANTA GEMA GALGANI
Autobiografía – Diario espiritual
Nos acostumbramos al pecado en el mundo de hoy… el hombre de nuestro tiempo ha hecho suya una connivencia insoportable con el propio dolor de sus pecados llegando a extremos inimaginables.
Sin ser consciente de esto,toda nuestra sociedad se ve impregnada de tanto y tanto dolor, hasta tal punto de llegar a ignorar a la propia ignorancia del pecado.
Satanás se proclama victorios, se sabe ganador ante tal debilidad humana y con ello, nos arrastra hacia el abismo en todo momento.
Pero a pesar de las dificultades que nos aparecen, tememos la gracia de sabernos perdonados por Aquél que tan sólo hace unos días venció al dolor del propio pecado… Aquél que siendo humillado y torturado hasta una muerte de cruz, sorprendió al mundo venciéndole y redimiéndole para siempre…
Vivamos y además ¡ Gocemos! de esta victoria que nos ofrece su perdón, de tal manera que por sus santas llagas, broten llamas de fuego como así contempló santa Gema.
Cuando uno se ha alejado del Señor, se pierde la conciencia del pecado, todo parece un derecho, nada importa más que hacer lo que uno quiere, pero Dios siempre esperándonos y cuando uno se detiene y se reconoce equivocada y pecadora, la culpabilidad dificulta atreverse a buscar el perdon, sola se condena. Pero al acercarse a Dios, uno comprueba que siempre está a nuestro lado, esperando para perdonarnos, Gracias Señor por tu gran misericordia!
Santa Gema Galbani «1878-1903″: Primera Santa del S. XX.
Hablar de Santa Gema es hablar de » una virgen inocentisima…consumida por las llamas del amor divino más que por la enfermedad » como reza la inscripción en su lápida.
Afrontó las enfermedades y sufrimientos, que no le escatimo la vida, con la Fe y Fervor de su educación cristiana.
Sus experiencias místicas y fenómenos extraordinarios la llevan por los caminos que sólo Dios da algunas almas elegidas, no entendidas por hombres que buscan en la Ciencia la explicación de lo que sólo Dios y el Alma comprenden.
Canonizado (1940) en plena II Guerra Mundial a los 27 años de su muerte, goza en el S. XXI de una universal devoción popular que va desde Santuarios a devociones particulares, pasando por capillas domiciliarias y publicaciones periódicas con su vida obra y testimonios.
Maribel Muñoz, Madrid, España
Que linda experiencia la de Santa Gema. En estos tiempos se tiende a pensar que estos son cuentos o relatos, pero esto no es más que la misma limitación del ser humano que trabaja en torno al tiempo; pero olvidamos que Dios es un eterno presente y todo lo espiritual también, por eso es que en tiempos pasados era más frecuente este tipo de experiencias porque se creía que Jesucristo es el mismo de ayer hoy y siempre. Lamentablemente en la actualidad ya ni se quieren cumplir sus Mandamientos, se cree que fueron escritos para los de aquel tiempo y que ahora el ser humano debe cambiarlos porque ya no aplican a estos tiempos… increíble el pecado en que ha caído la humanidad.
Santa Gema, ruega por nosotros.