Confianza, alegría y ánimo

El amor materno de María tiene fuerza regeneradora para elevar y santificar un alma. Ella es la mediadora de las gracias necesarias para la justificación de aquellos a los que ama. Confiemos en la Virgen en todo momento, recordando siempre su extrema ternura para con nosotros, su compasión para con las miserias de cada uno.

Si no tomamos conciencia de la misericordia de María Santísima, nada bueno haremos. Cultivándola, nuestra alma se colma de confianza, alegría y ánimo. Teniendo a la Madre de la Divina Providencia como nuestra propia Madre, nada debe abatirnos. Ella lo resolverá todo si, confiados, imploramos su maternal socorro.

 

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