Auge de modestia y de gloria

¿Quién podría haber más humilde que la Santísima Virgen, que se consideraba indigna de ser esclava de la Madre del Salvador? ¿Acaso tal actitud no representaba la más alta y pura expresión de la pobreza de espíritu? Así como su modestia alcanzó el nivel más alto posible, en la misma proporción sucedería su elevación y gloria. Por eso la Iglesia la alabaría como Reina del Cielo. A nadie le correspondería mayor premio.

 

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