Alegraos, oh almas que amáis a Jesús

Alegraos, pues, oh almas que amáis a Jesús. Ecce sponsus venit —«¡Que llega el Esposo!» (Mt 25, 6). Esposo de toda esta pía obra de los intereses del Corazón de Jesús, que empezó en las chozas de los pobres, que siguió con la salvación de las huérfanas y de los huérfanos abandonados, y que se desarrolló con la rogación evangélica de su divino Corazón, y con la Hijas del Divino Celo de su Corazón. Esposo celestial y dilecto de toda alma que en estos humildes institutos permanece pura por la gracia del Señor, y tiene una centella de amor a Jesús, Sumo Bien, con un continuo deseo y esfuerzo de crecer en este amor divino. Amantísimo Esposo de toda alma, que en estos institutos comprende su finalidad y la corresponde, es decir, la caridad y el celo, ocupándose vivamente de todos los intereses del Sacratísimo Corazón de Jesús, especialmente para que la Santa Iglesia reflorezca en toda santidad y en toda salvación de las almas, mediante la multiplicación de los sacerdotes elegidos, implorando por ellos incesantemente a la divina Bondad, y haciéndoles implorar por todos, en obediencia a aquel divino mandato: Rogate ergo Dominum messis ut mittat operarios in messem suam —«Rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies» (Mt 9, 38).

SAN ANÍBAL MARÍA DI FRANCIA.
Carta circular a la comunidad, de 12/5/1911.

 

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