… cómo surgió la aclamación del Aleluya?
Entre las templadas explosiones de júbilo que marcan la ceremonia de la Vigilia en la Noche Santa, una llama la atención por su cándida y solemne efusividad: el anuncio de la Pascua, momento en el que el diácono, dirigiéndose al celebrante, hace una proclamación cuya palabra final —silenciada durante toda la Cuaresma y repetida luego frecuentemente a lo largo del Año litúrgico— parece concentrar la alegría que invade el alma de los fieles por la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte: «Reverendísimo Padre: os anuncio un gran gozo, el Aleluya».
Pero ¿qué significa y por qué se usa en la sagrada liturgia?
El término aleluya proviene de la expresión hebrea hallelu Yah, que quiere decir: «Alabad al Señor», y se empleaba originalmente en el culto israelita. La Santa Iglesia lo incorporó al considerarlo una aclamación de triunfo, un grito de alegría.
Su utilización litúrgica comenzó en Oriente, concretamente en Alejandría, con San Atanasio y San Cirilo. Es probable que su introducción en Occidente se debiera al papa San Dámaso, a instancias de San Jerónimo. Al principio sólo se usaba el día de la Pascua, extendiéndose después, en el siglo v, a todo el Tiempo pascual y, más tarde, por orden del papa San Gregorio Magno, a las misas de todo el año, excepto las de Cuaresma y las de otros días penitenciales. ◊
… que el corporal debe ser de lino blanco?
San Juan nos narra en su evangelio que, tras la muerte del Señor, José de Arimatea y Nicodemo «tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas» (Jn 19, 40). De hecho, entre los judíos se acostumbraba a amortajar al difunto con franjas de lino y ungirlo con bálsamo antes de llevarlo al sepulcro.

En atención al cuidado, reverencia y desvelo que estos dos discípulos tuvieron con el cuerpo del Señor, la Santa Iglesia determinó que siempre se utilizara lino puro en la confección de todos los paños sagrados destinados directamente al servicio del altar, como, por ejemplo, el corporal.
Uno de los ornamentos más antiguos usados en la misa, el corporal es una pieza cuadrada, con una cruz bordada cerca de la orla, empleado para colocar sobre él los vasos sagrados que contienen la Eucaristía. De este modo, encarna un nuevo sudario, que se ordena a resguardar el cuerpo de nuestro Redentor, ya no en el sepulcro, sino durante la renovación incruenta del sacrificio del Calvario.
En los primeros tiempos de la Iglesia, el corporal era más grande que los actuales, hasta el punto de que eran necesarios dos diáconos para poder extenderlo sobre el altar. Uno de sus extremos incluso se utilizaba para cubrir la copa del cáliz, una costumbre que, posteriormente, sería sustituida por el uso de la palia.
El color blanco del corporal simboliza el estado de gracia de aquellos que se acercan al altar, condición indispensable para recibir la comunión. ◊