¿Pueden los ángeles crear cosas o seres materiales? ¿O nos inducen a percibirlos por los sentidos y representarlos en la imaginación?
Antonio Borda – Bogotá
Sólo Dios tiene el poder de crear. Otros seres, por muy sublimes y poderosos que sean, son incapaces de hacerlo.
Sin embargo, en ciertos casos, algunos ángeles se manifestaron de manera perceptible a los sentidos humanos. Por ejemplo, cuando fueron vistos por Abrahán, Lot, Tobías y varios otros. A la luz de estas apariciones descritas en la Sagrada Escritura, Santo Tomás afirma: «Como quiera que los ángeles ni son cuerpos ni están unidos naturalmente a los cuerpos, como dijimos, hay que concluir que, algunas veces, toman cuerpo» (Suma Teológica. I, q. 51, a. 2).
Las razones teológicas para explicar este portentoso hecho son muy concluyentes: «Los ángeles no necesitan tomar cuerpo para su propio bien, sino para el nuestro. Al convivir familiarmente con los hombres y conversando con ellos forman una comunidad de comprensión que es la que los hombres esperan formar con ellos en la vida futura. El hecho de que en el Antiguo Testamento los ángeles hayan tomado cuerpo, fue como una figura anticipada de que la Palabra de Dios iba a tomar cuerpo humano. Pues todas las apariciones del Antiguo Testamento están orientadas a aquella otra aparición por la que el Hijo de Dios apareció carnalmente» (ad 1).
Para el Doctor Angélico, el modo en el que el ángel forma un cuerpo sería, según los conocimientos científicos del siglo xiii, la condensación del aire efectuada por el poder divino en la medida necesaria para formar el cuerpo que el ángel iba a tomar (cf. ad 3).
No obstante, los ángeles también pueden representar en nuestra imaginación la verdad inteligible mediante imágenes sensibles, como proyectadas en nuestra fantasía. Posteriormente, fortalecen nuestro entendimiento para que comprendamos el significado de esas figuras. Ésta es la manera en la que los ángeles iluminan a los hombres (cf. q. 111, a. 1).
Quisiera que me sacara de dudas: ¿es pecado que una persona se imagine pecando, aunque no lo esté cometiendo físicamente?
Raissa Silva – Vía correo electrónico
El Catecismo de la Iglesia Católica (cf. 2517) nos enseña que el corazón humano es la sede de la personalidad moral: «Del corazón salen pensamientos perversos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, difamaciones, blasfemias» (Mt 15, 19).
Por lo tanto, debemos aspirar a vivir la sexta bienaventuranza, la cual promete a los limpios de corazón que verán a Dios (cf. Mt 5, 8). Según el propio catecismo, «los “corazones limpios” designan a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres dominios: la caridad (cf. 1 Tim 4, 3-9; 2 Tim 2 , 22), la castidad o rectitud sexual (cf. 1 Tes 4, 7; Col 3, 5; Ef 4, 19), el amor de la verdad y la ortodoxia de la fe (cf. Tit 1, 15; 1 Tim 3-4; 2 Tim 2, 23-26)» (2518).
Por lo tanto, pecar en el corazón consintiendo malos deseos o imaginaciones deshonestas es un pecado tan grave como si se hubiera realizado exteriormente, como nos enseña el divino Maestro en el Evangelio: «Todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón» (Mt 5, 28).