La Virgen Iverskaya – Guardiana y Puerta del Cielo

Un icono que suscitó tanto odio sólo puede tener un hermoso significado y guardar una grandiosa misión. ¿Qué tendrá que decirles a los católicos hoy?

Nicea, siglo IX. La persecución contra la verdad se vuelve extrema. En manos de una viuda está el destino de un precioso icono.

Sólo hay dos opciones: o bien permitir que los enemigos se apoderen de la sagrada pintura para profanarla, o bien arrojarla al mar. ¡Cualquiera de las dos decisiones se presenta absurda! No obstante, confiando en que sería mejor caer en manos de Dios que en las de los hombres, la pobre mujer elige la última alternativa…

Víctima de la iconoclasia

En tiempos de esta piadosa viuda, la segunda ola de la herejía iconoclasta se había establecido en el Imperio bizantino y desencadenado una furiosa persecución contra aquellos que guardaban la fe. Los herejes promovieron, sobre todo, la destrucción violenta de todos los iconos, imágenes y esculturas venerados por los cristianos.

Entre los iconos existentes entonces en la ciudad de Nicea había uno reverenciado por la tradición como siendo de autoría del evangelista San Lucas. Pertenecía a la familia de pinturas denominadas Odighitria —que en griego significa «la que muestra el camino»—, las cuales representan a María apuntando con su mano derecha al Niño Jesús, mientras lo sostiene en su brazo izquierdo.

De alto contenido teológico, estos iconos revelan en sus detalles profundas verdades de fe: en general, la Madre del Salvador está revestida de púrpura, signo de su realeza, y el divino Infante lleva una túnica blanca, que representa, ora la gloria de la pureza, ora la luminosidad de la Transfiguración, y está envuelto en un manto naranja, símbolo de la verdad y del fuego del Espíritu Santo.

Sin embargo, estas hermosas simbologías no significaban nada para los duros corazones que por voluntad propia se habían entregado al error. Hubo un soldado imperial que osó apuñalar el sagrado icono, ¡en el rostro de la Santísima Virgen! Reza la tradición que de la hendidura abierta enseguida brotó abundante sangre…

Por esta razón aquella fervorosa viuda —cuyo nombre ni la tradición ha conservado siquiera— cogió el icono a escondidas y decidió arrojarlo al mar. Años más tarde, su hijo ingresaría en el monasterio de Iviron, situado en el monte Atos, en Grecia, y les contaría a sus hermanos de vocación el milagro que ocurrió con la imagen en los días de la persecución y el final que tuvo entre las olas del mar.

Madre de Dios y «Portaitissa»

Los designios de Dios son insondables para los hombres y casi siempre misteriosos. Sin duda, la mujer que salvó el icono no podría haber imaginado que un día sería milagrosamente encontrado por uno de los monjes del monte Atos. El afortunado se llamaba Gabriel. Tan pronto como descubrió el delicado tesoro lo llevó a la capilla del monasterio para que pudiera ser venerado y protegido de futuros ataques.

Grande fue la alegría de la comunidad al conocer la noticia y grande también la estupefacción cuando al día siguiente comprobaron que el icono había desaparecido… En vano lo buscaron, angustiados; y cuando ya pensaban que se trataba de una clara señal del rechazo de la Madre de Dios, unos gritos de júbilo indicaban su paradero: ¡la Virgen se había trasladado a las puertas del monasterio!

Sorprendidos y contentos, lo llevaron nuevamente a la capilla; pero habiéndose repetido el hecho, el monje Gabriel recibió una visión en la cual la Santísima Virgen le revelaba su anhelo: no sólo quería ser custodiada por los religiosos, sino que deseaba convertirse en su guardiana. Por eso empezaron a llamarla Portaitissa, que en griego significa guardiana y portera. Posteriormente también pasó a ser conocida por el nombre del monasterio: Nuestra Señora de Iviron, o Iverskaya, que en ruso quiere decir Guardiana de Iviron.

Como corresponde a quien custodia una puerta el estar siempre listo para recibir a los visitantes, vigilar contra los peligros y ser generoso con los necesitados, así numerosos milagros y favores sobrenaturales comenzaron a ser derramados en el monte Atos por la intercesión de la Iverskaya. Allí muchos fieles reconocieron que la Santísima Virgen había sido constituida por su divino Hijo como única Puerta de la salvación y Guardiana del Reino de los Cielos, y comprendieron que a María se aplican las bellas palabras del salmista: «Ésta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella» (Sal 117, 20).

Sin embargo, no contenta únicamente con proteger a las buenas ovejas que el Altísimo le había confiado en Grecia, esta sublime Portera partiría hacia tierras más lejanas, en busca de nuevos devotos…

«Monasterio de Iviron», de Karl Girardet

De Grecia al Kremlin: la continuidad de una misión

Mucho se ha escrito y discutido sobre la aparición de este icono en Rusia a mediados del siglo XVII. Se cuenta que los monjes del monte Atos iniciaron la reproducción de una copia de la sagrada pintura para enviarla a Rusia; aunque no se sabe con certeza por qué motivo o a petición de quién fue hecho eso.

Unos dicen que la primera copia fue encargada por el archimandrita Nikon, que tenía mucha simpatía por el pueblo griego y por los monjes, y había oído hablar del milagro ocurrido con el icono. Según la tradición, para la elaboración de la réplica los religiosos de Iviron bañaron en agua bendita el original y con ella prepararon las pinturas que utilizarían. De esta manera, pretendían conferirle al duplicado algo de la bendición que poseía el cuadro primitivo.

Más tarde, enviaron una segunda copia de la imagen a tierras rusas. Los monjes que la transportaban afrontaron con valentía las dificultades del camino hasta que, carentes de recursos económicos para cruzar el Danubio, se vieron obligados a emprender el camino de vuelta hacia el monasterio… Aquella misma noche, no obstante, tuvieron en sueños una visión de la Santísima Virgen, quien les prometió que les enviaría lo necesario para llevar a cabo la travesía. Cuando se despertaron se dirigieron a la orilla del río, esperando la ayuda prometida. Ésta vino, de hecho, por medio de cierto rico comerciante que generosamente les dio cuanto precisaban.

Con el tiempo, la devoción al icono de la Portaitissa de Iviron se extendió por toda Rusia. La Puerta y Capilla Ibérica, situadas en las murallas del Kremlin, en Moscú, fueron construidas en 1669 para custodiar allí el icono. Como se trataba de la entrada principal de la plaza Roja, todos, desde el zar hasta el más humilde campesino, tradicionalmente se detenían ahí para venerar a la Santísima Virgen antes de continuar su camino. Muchos monasterios, palacios y residencias la tomaron como protectora y comenzaron a ostentar su imagen en el umbral.

Esta devoción se transmitiría poco a poco a otros países. Hubo más de un caso en el que la imagen destiló mirra, tal vez como símbolo de la fortaleza comunicada por Nuestra Señora a sus hijos para que acepten bien los sufrimientos.

La Puerta y Capilla Ibérica a principios del siglo XIX – Moscú

Iverskaya y Fátima

Mientras, la historia del sagrado icono cuenta con otro detalle sorprendente y profético.

Corría el año de 1917. Entretanto la Primera Guerra Mundial sacudía los territorios europeos con sus horrores, Rusia era escenario de una profunda revolución político-social. Los violentos levantamientos que asolaban la capital del imperio Romanov alcanzaron un clímax de caos y destrucción, y el 13 de mayo manifestantes armados destruyeron por completo la Puerta y Capilla Ibérica, donde descansaba el icono de Nuestra Señora Iverskaya, el cual fue fusilado sin piedad.

Nuevamente perseguida y nuevamente profanada, la Virgen Iverskaya derramó copiosas lágrimas… Ahora bien, a la vez que eso sucedía, aquel mismo día María Santísima se aparecía en Fátima a tres pastorcitos, trayéndole a la humanidad una severa advertencia y, a las almas piadosas, una promesa de victoria.

Profanada en tierras rusas por odio a la religión y venerada por multitudes en Fátima, la Virgen es la misma Guardiana y Portera del rebaño fiel, la voz que revela los misteriosos designios de Dios. Está siempre dispuesta a enseñar la verdad y a recriminar el error; se manifiesta como Madre misericordiosa para los que se arrepienten y Jueza implacable contra la maldad empedernida.

Y nosotros, ¿por qué puerta entraremos?

También a nuestros corazones María nos hace hoy un maternal llamamiento a la conversión. En efecto, no se nos ofrece un tercer camino: o nos comprometemos a participar del triunfo de su Inmaculado Corazón, por la puerta de la misericordia, o seremos inexorablemente atrapados por los grandes castigos profetizados en Fátima, por la puerta de la justicia.

Como verdaderas ovejas del Señor, estemos atentos a su voz y tratemos de entrar, a través de nuestra Portaitissa, en las vías de la virtud, rechazando «la voz de los extraños» (Jn 10, 5). Amemos de todo corazón a nuestra divina Guardiana para que cuando el Juez esté a las puertas del Reino no le oigamos decir la terrible sentencia que merecerán quienes la despreciaron en esta tierra: «En verdad os digo que no os conozco» (Mt 25, 12). 

 

Un signo de esperanza del Reino de María

Una de las más importantes colecciones de iconos —pinturas religiosas típicas de Oriente— existentes en Europa, y quizá en el mundo, se encuentra en la pequeña localidad de Torrejón de Ardoz, no muy lejos de Madrid. Allí, en la antigua granja del colegio jesuítico de San Isidro, es donde el noble Sergio Otzoup instaló su Museo de Iconos. […]

Réplica rusa de la imagen Iverskaya – Torrejón de Ardoz (España)

Si recorremos las instalaciones de la Casa Grande y entramos en el Museo de Iconos, hay una pintura de la Madre de Dios que llama especialmente la atención: la Virgen Iverskaya o Virgen Ibérica.

En ella, la Madre de Dios es representada con el Niño Jesús en su brazo izquierdo, con la majestad de quien se sienta en su trono natural. Es en María donde Jesús encuentra sus complacencias. La Virgen, al mismo tiempo que sostiene con sumo cuidado y protección al Niño Dios, con el brazo derecho le indica al fiel que Él es el modelo de todas las perfecciones y el Juez supremo de todas las causas. Como Medianera universal de todas las gracias que es, su tierna mirada se dirige a cada devoto que se presenta a sus pies, invocando su intercesión y confiando en su amparo.

La armonía, la dulzura que se desprenden de la pintura —toda hecha de colores, en donde predominan el rojo y el dorado, pero suaves y matizados— son contradichas violentamente al observar en ella algunos agujeros provocados por balas de fusil. Se perciben marcas clarísimas de fusilamiento, tanto en el rostro de la Madre como en el del Hijo.

Este hecho insólito encuentra su explicación en un pasado aún reciente. ¿La fecha? El 13 de mayo de 1917.

Sí. Mientras en Fátima Nuestra Señora se aparecía por primera vez, iniciando una serie de manifestaciones en las que profetizaba la expansión de los errores de Rusia por el mundo entero, como azote por los pecados del género humano, y prometía el triunfo final de su Corazón Inmaculado, en Moscú esa profanación era cometida durante los disturbios que precedieron a la Revolución bolchevique.

Infelizmente, como es bien sabido, con el cisma de Oriente, pequeño fue el número de fieles que en el imperio de los zares continuaron manteniendo su fidelidad al trono de San Pedro. […] Todo indica que ese culto a Nuestra Señora es anterior a la ruptura de aquella nación con Roma, teniendo incluso, quién sabe, un significado auspicioso para la conversión de Rusia, anunciada en el mensaje de Fátima.

Dentro del cisma, la Virgen Santísima continuó siendo venerada —si bien que fuera de la verdadera Iglesia de Cristo— en muchos santuarios, y por medio de varios iconos esparcidos por todo aquel vasto territorio. Entre ellos, destacaba el de la Virgen Ibérica, que es la patrona de Moscú, y cuyo nombre tiene su origen en la Iberia, región del sur de Rusia, en la zona del Cáucaso. Esta pintura de María se exhibía en una pequeña capilla en la entrada del Kremlin. […]

Depuesto el zar, durante la efímera regencia del príncipe Lvov, bajo el gobierno de Kerensky, la capilla de tal forma fue destruida aquel 13 de mayo del año de la revolución comunista que de ella no quedó piedra sobre piedra. El icono de la Virgen Iverskaya fue fusilado, y consta que lloró al ser profanado. Considerada perdida durante los meses que precedieron a la Revolución bolchevique, la pintura de la Madre de Dios pudo ser conservada junto con otros muchos iconos, gracias a Sergio Otzoup, que en diciembre de 1918 logró sacarlos de Rusia.

Hoy, expuesta en el Museo de Iconos de la Casa Grande, la Virgen Iverskaya —profanada por odio a la religión— permanece como un signo de esperanza, sobre todo para Rusia y también para el mundo, de la nueva era prometida por Nuestra Señora en Fátima, y profetizada por San Luis María Grignion de Montfort —el extraordinario misionero francés del siglo XVII— como el Reino de María. 

CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio.
«Virgem Iverskaya, esperança de conversão da Rússia».
In: Catolicismo. Campos dos Goytacazes. Año XXXVI.
N.º 425 (mayo, 1986); p. 20.

 

1 COMENTARIO

  1. Impresionante historia. No conocía esta advocación de La Virgen y me parece maravillosa, tan llena de contenido espiritual y teológico. Es increíble en cómo todo concuerda históricamente y cómo Nuestra Madre nos está advirtiendo y cuidando en todo momento sin cesar.

    Veo en este magnífico relato, el amor de La Virgen hacía Rusia y también el dolor por ella, claramente expuesto en todas las profanaciones al icono, lloraba o sangraba seguramente para poder romper esos corazones de piedra, pero pocos se mantuvieron fieles. Aún así lo que me transmite este artículo, personalmente, es cómo Ella sigue velando y esperando a esta patria, a pesar de todo el rechazo recibido, a pesar de todo el sufrimiento, ahí está, aguardando a qué tengan aunque sea un sutil pensamiento sobre Ella y así recordarles el camino, Jesús.

    Creo que deberíamos de meditar sobre la actitud de La Virgen hacía Rusia y aplicarla a diferentes aspectos de nuestra vida, especialmente, a esas personas de nuestro entorno, que rechazan La Fé. Esperemos a que en algún momento, tengan un ligero “desliz”, recordarles quién es El Camino, La Verdad y La Vida y que tiene una Madre que a pesar de todas sus dificultades, les acompañará incansablemente .

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