La intercesión de Dña. Lucilia trasciende barreras. Desde su fallecimiento en 1968, asistimos al florecimiento discreto, pero siempre creciente de una devoción que abre caminos. El número de personas que han sido auxiliadas por ella en los rincones más diversos del mundo se convierte en una promesa de esperanza para todos los que recurren a ella, porque para esta buenísima madre las distancias ya no existen.
Pues bien, hoy invitamos a nuestros lectores a que recorran con el pensamiento los miles de kilómetros que nos separan de la India, para conocer otro episodio del magnífico cuadro pintado por Dios a través de Dña. Lucilia, esta vez ocurrido en el citado país asiático.
En la ciudad de San Francisco Javier
La familia de James Kurian y su esposa Nadisha Coelho reside en el estado de Goa, tierra bendecida por la evangelización del gran San Francisco Javier. Este estado costero tiene la particularidad de ser uno de los más pequeños de la India y está dividido en dos distritos: Goa Norte y Goa Sur. Una de sus principales ciudades es Goa Vieja, en el distrito norte, donde se encuentra la basílica del Buen Jesús, un lugar de referencia para los católicos de la región y para todo viajero que está de paso, ya que alberga el cuerpo incorrupto del santo misionero.
En marzo de este año James tuvo que sustituir a una compañera de trabajo en un gran evento, pues ella estaba de baja. El día 5 por la noche se puso en contacto con ella para concretar algunos detalles prácticos de la actividad. Tras la llamada, la mujer siguió hablando de él con su marido, comentando un poco las funciones que desempeñaba en la empresa.
Al día siguiente, 6 de marzo, mientras pasaba cerca de Goa Vieja camino al trabajo, James se fijó que tenía dos llamadas perdidas de esa mujer en su teléfono móvil e inmediatamente se las devolvió para averiguar qué necesitaba. Le explicó que iba al hospital con su madre y le pidió oraciones por ésta, porque se encontraba muy mal. Sin embargo, mientras su compañera hablaba, James tuvo una inexplicable certeza interior: «Esa enfermedad no lleva a la muerte, sino que es para la gloria de Dios».
Entonces, le prometió que incluiría a toda la familia en las intenciones de sus oraciones y le recomendó que no perdieran la esperanza.
En el hospital, muerte y resurrección…
No obstante, los caminos de Dios a menudo son incomprensibles a nuestros ojos terrenales… Y eso fue lo que ocurrió cuando llegaron al hospital. A pesar de la atención médica, la anciana sufrió una parada cardiaca y el proceso de reanimación cardiopulmonar (RCP), durante el cual fue desfibrilada tres veces, no tuvo éxito.
En vista de ello, el médico certificó el óbito, porque, de hecho, todo indicaba la consumación de la muerte clínica de la paciente.
Media hora después, cuando la familia ya había sido informada del fallecimiento de la mujer, el médico decidió, de forma totalmente inesperada, intervenir de nuevo realizando una última desfibrilación. Esta vez, contra todo pronóstico, la anciana revivió. ¡Había estado más de treinta minutos sin constantes vitales!
En ese mismo momento su hija envió un mensaje a James, informándole de que su madre había revivido, pero que su ritmo cardiaco era muy bajo, por lo que le pedía que siguiera rezando.
Por la tarde, James fue al hospital para hacer una visita rápida a la madre de su compañera. Al acercarse a su cama notó que estaba muy inquieta y que, molesta con el respirador, trataba de quitarse la mascarilla. Entonces puso un rosario en las manos de la enferma y rezó por ella, teniendo la grata sorpresa de verla abrir los ojos por primera vez después de todo lo ocurrido.
Sin embargo, el peligro no había desaparecido por completo. El equipo médico temía que la pobre mujer sufriera daños cerebrales irreversibles, por haber estado sin oxígeno durante media hora. No obstante, después de dos días había superado la crisis, volvía a respirar por sí misma y sus funciones vitales se habían estabilizado. Las pruebas no mostraron secuelas y los médicos garantizaron su total recuperación.
Efectivamente, el 15 de marzo regresaba a casa. Hoy puede andar y su memoria está en perfecto estado.
Llegados a este punto de la narración, el lector seguramente se preguntará qué tiene que ver este hecho —en el que se evidencia el poder de la oración, es cierto, pero cuyo feliz desenlace bien puede atribuirse a factores naturales e incluso ordinarios— con la intercesión de Dña. Lucilia, cuyo nombre ni siquiera ha sido mencionado… Continuemos la historia.
Un encuentro inexplicable
El 17 de marzo, la compañera de James volvió al trabajo y fue a agradecerle su apoyo y sus oraciones. También quería contarle un episodio insólito, para el que no encontraba explicación.
El día que su madre había sufrido el infarto, ella y su esposo se dirigían al hospital y, justo antes de llegar a Goa Vieja, en un sitio donde nadie suele detenerse, ni siquiera para esperar el autobús, ambos vieron a una señora mayor haciendo autostop. Iba bien vestida y era muy decente y distinguida.
Por las calles de la India, la pareja se topa con una distinguida mujer mayor, vestida como en los antiguos tiempos, y que le pide autostop. ¿Quién era?
Decidieron parar el vehículo y ofrecerle llevarla. Ella aceptó y, al subir, dijo que quería ir a Panaji, centro administrativo del distrito de Goa Norte. Al poco de iniciar el viaje, le preguntó a la pareja: «¿Está pasando algo malo?». La compañera de James le explicó lo que le había ocurrido a su madre y por qué se dirigían al hospital. En respuesta, la desconocida le recomendó: «Haz sólo una cosa: llama a ese señor del que hablabas anoche, y todo irá bien». Dicho esto, pidió bajarse allí mismo, ya que el coche ya había salido del territorio de Goa Vieja, y sin más explicaciones se marchó.

paseando por las calles de São Paulo
¿Cómo era posible que supiera quién era James y que la pareja había tenido una conversación sobre él la noche anterior? Sin comprenderlo, pero siguiendo su consejo, llamó a su compañero para pedirle oraciones, como hemos visto.
En busca de una respuesta
Al principio, James creyó que se trataba de la aparición de un alma del Purgatorio, pero cuando le contó lo sucedido a su esposa, Nadisha, ésta inmediatamente pensó que el asunto se parecía más a la manera de actuar de Dña. Lucilia, pues conocía relatos de manifestaciones similares por parte de ella en el pasado.1
Curioso por comprobar si había sido Dña. Lucilia, después de hablar con su esposa, James llamó a su compañera y le pidió más detalles sobre la mujer que se le había aparecido. Le contestó que era una persona mayor, con el pelo recogido y canoso, y de piel blanca. Posteriormente le comentó que llevaba un vestido de tiempos antiguos, de color azul y mangas bordadas, y repitió que se trataba de una señora distinguida, añadiendo que hablaba muy bien inglés.
James le contó a su suegra, Anna Coelho, todo lo que había sucedido y ella le envió dos fotografías de Dña. Lucilia para que se las enseñara a su compañera.
«¡¿Quién es esta persona?!»
Estando en su despacho, el 20 de marzo, al final de otra jornada de trabajo, James se acordó de las fotografías de Dña. Lucilia y quiso mostrárselas a su compañera, preguntándole si la señora que había subido a su coche se parecía a la mujer allí retratada. Al verlas, ella se quedó atónita, se sentó y le preguntó: «Señor, ¡¿quién es esta persona?!».
Al darse cuenta del efecto que la fotografía había producido en su compañera, James se quedó sin saber cómo decirle quién era Dña. Lucilia… Después de todo, ¿cómo podía explicarle la aparición de esa mujer fallecida hacía décadas, en una ciudad al otro lado del mundo? En pocas palabras, le contó su vínculo con ella: «Los hermanos de mi esposa pertenecen a una comunidad religiosa, y ésta es la madre de su fundador. Es de Brasil», fue su primer intento.
Aún sin entenderlo del todo, su compañera le preguntó desorientada: «¿Entonces nació aquí o algo así?». James tuvo que explicarle de nuevo que había nacido y vivido en Brasil, y que había fallecido hacía muchos años… Al oír esto, la mujer se sorprendió todavía más.
Luego de percibir el carácter sobrenatural de lo sucedido, comprendió el mensaje de Dios que contenía y le contó su historia a James.
Su abuelo había fallecido de una mordedura de serpiente pocos meses después del nacimiento de su padre, dejando a su abuela en una situación económica muy difícil. Le aconsejaron que vendiera alimentos en el mercado durante las novenas a San Francisco Javier, y así logró criar a sus hijos. Como consecuencia, su padre siempre conservó una gran devoción al santo misionero y la transmitió a toda su familia, de modo que nunca hacían nada importante sin visitar antes la basílica de Goa Vieja.
En la basílica de Goa Vieja, lugar simbólico para la familia, estaba la confirmación de la intervención de Dña. Lucilia: «¡Sólo Dios puede hacer algo así!»
En esto, reconoció el mensaje del episodio ocurrido camino al hospital, pues Dña. Lucilia había subido a su vehículo antes de Goa Vieja y bajado después de Goa Vieja, es decir, había estado con ella durante todo el trayecto por el lugar simbólico al que su familia siempre acude a pedir protección divina, lo que significaba que no les fallaría en la terrible experiencia que iban a enfrentar. Llena de gratitud, exclamó: «¡Sólo Dios puede hacer algo así!».

Sin duda, Dña. Lucilia estuvo al lado de esa familia, ayudándola a superar las dificultades, y también estará al lado de cada uno de nosotros, dondequiera que estemos, ¡incluso en la lejana India! ◊
Notas
1 Al respecto, véase el artículo: «Bondad y compasión extremas». In: Heraldos del Evangelio. Madrid. Año XX. N.° 232 (nov, 2022), pp. 38-41.