Sin disciplina y esfuerzo no se puede lograr la excelencia académica. Pero sólo en un ambiente de bienquerencia, vitalidad y alegría es posible hacer que los alumnos crezcan de modo integral como personas, espiritual e intelectualmente.
Cuando se pasa a primera hora de la mañana por una de las calles de Jardim Planalto, en plena Serra da Cantareira, el movimiento que hay allí llama la atención de algunos transeúntes. En medio de una alegre algarabía, niñas de uniforme se bajan de los coches de sus padres y cruzan la verja saludándose animadamente.
Es el comienzo de las clases en la unidad Monte Carmelo, del Colégio Arautos do Evangelho.
A las 8:20 en punto las alumnas terminan ya sus conversaciones para, reunidas en el patio, cantar el Credo y dirigirse en cortejo a las aulas mientras suenan los instrumentos y se oyen las canciones de voces juveniles.
Así empieza el día no sólo en Monte Carmelo, sino en todas las demás unidades del Colégio Arautos do Evangelho repartidas por varios estados de Brasil. Contrastando con el ajetreo, el bullicio y la insana obsesión por la practicidad tan presentes en el mundo hodierno, lo que se busca es crear un ambiente lleno de vitalidad que favorezca una formación académica, religiosa y cultural de calidad, impregnada de dulzura y alegría cristianas.
En estos nuestros conturbados días, en los que distintos segmentos de la sociedad se encuentran al borde del caos, muchos padres procuran dar a sus hijos ese género de formación. Entre ellos se encuentra Luciana Leszczij Calistro, de Curitiba, quien afirma: “Dentro de la escuela, lo ideal sería que los alumnos conocieran la verdad en un ambiente bello y justo. La escuela sería un ‘oasis’ en medio de una sociedad relativizada, donde ya no se tiene noción alguna de lo que es bello, de lo que es arte, de lo que es cultura. Nosotros, los padres de los alumnos heraldos, tenemos la gracia de que nuestros hijos estudien en ese oasis”.
“Ha dado un giro enorme”
Esa feliz alianza entre disciplina y alegría, actitud y conocimiento propicia resultados sorprendentes. He aquí lo que nos cuenta Andréia Cristina Pires de Mello, de Maringá, madre de una alumna de la unidad Monte Carmelo:
“Mi hija, antes de estudiar en el Colégio Arautos do Evangelho, no tenía mucho interés por los estudios. Sólo quería internet, televisión o jugar con las niñas en la calle. Sacaba varios suspensos e incluso repitió año a causa de ese desinterés por los estudios. No estudiaba para los exámenes, no quería hacer los deberes, en fin, una desobediente… Y además ni mucho respeto tenía para con la familia.
“Después de que entrara en el Colégio Arautos do Evangelho ha dado un giro enorme. Veo en ella un crecimiento muy bonito: ahora se interesa por los estudios, saca notas maravillosas, respeta a la familia, se ha vuelto más cariñosa… Realmente me honra.
“Por lo que ha aprendido y aprende en el colegio, me quedo sin palabras para medir mi gratitud hacia los Heraldos del Evangelio. Y también a la Santísima Virgen, por todo lo que Ella está proporcionándonos a través de esa institución”.
En ese mismo sentido, María Verónica de Andrade Lima, de Recife, madre de una alumna del colegio, comenta:
“Es un honor para nosotros tener a una hija estudiando en una escuela con un nivel tan elevado. Ha desarrollado el intelecto, la escritura, la admiración por lo bello, el conocimiento cultural… Estoy segura de que no hay comparación con ninguna otra escuela. Siempre me ha parecido muy interesante la manera como se enseña allí y, principalmente, lo que ella aprende para la formación de su personalidad”.
“Como una extensión de mi familia”
Siguiendo las orientaciones de la Ley de Directrices y Bases, las Directrices Curriculares Nacionales y las propuestas previstas en la Base Nacional Común Curricular, el Colégio Arautos do Evangelho trata no sólo de preparar al alumno para un futuro profesional, sino también enriquecerlo de modo integral, en su conjunto, como persona, en un ambiente hecho de educación, respeto y unión, que lo invite a crecer espiritual e intelectualmente.
Con gran alegría por la formación que su hija recibe en el Colégio Arautos do Evangelho, William Ferreira Gomes, de Brasilia, declara: “Mi hija hoy día es una niña obediente, voluntariosa, temerosa de Dios, con una formación ejemplar dada por los profesores y las hermanas heraldos. No puedo sino agradecerle a Dios que ella esté en el Colégio Arautos do Evangelho”.
También Patricia Marques, de Brasilia, reconoce el apoyo prestado en la educación integral de su hija: “Estamos viviendo una experiencia maravillosa, tanto en la vida espiritual como en la académica. Hoy hablo de los Heraldos como una extensión de mi familia, pues divido con ellos mi mayor misión, que es la de cuidar del crecimiento moral, cultural y religioso de mi hija”.
Y añade: “Hoy es una niña feliz, tranquila, libre de la ociosidad del día a día y de las malas influencias de la televisión y de internet. Mientras su madre y su padre están trabajando, los Heraldos del Evangelio tienen la misión de cuidar y velar por ella”.
“Mis hijas descubrieron sus propias habilidades”
Durante las clases, los alumnos aprenden a comunicarse con tal desenvoltura que los propios padres se sorprenden con el progreso de sus hijos, como nos dice Marta Borges Figueredo, madre de una alumna del colegio de Brasilia: “En las presentaciones de la escuela era muy tímida. Percibo que ahora ha perdido el miedo a presentarse en público, y eso le está haciendo muy bien a ella”.
Admirada por el progreso de sus hijas, Stéfany y Monique, alumnas desde hace cuatro años del Colégio Arautos do Evangelho, Fabiana Verderio Tóquio, de Maringá, explica: “El colegio está siendo muy bueno para su formación. Stéfany, mi hija mayor, por ejemplo, tenía mucha dificultad para adaptarse en un colegio público de aquí de la ciudad. Sus notas eran bastante bajas, tenía dificultades para entender las materias. A partir del momento en que empezó a estudiar en el Colégio Arautos do Evangelho se desarrolló mucho”.
Y señala uno de los principales motivos de ese cambio: “Tanto ella como Monique descubrieron varias habilidades que tienen y que nunca imaginaban que tenían: artesanales, musicales… Son muy creativas y se dieron cuenta de que poseen, realmente, bastante potencial”.
“Saldrán del colegio preparadas para la vida”
Al agradecer la formación proporcionada por el colegio, Fabiana destaca el crecimiento moral que nota en la convivencia con sus hijas: “Vemos que son mucho más organizadas, serviciales y disciplinadas. Tienen un respeto muy grande por las personas, y recibo muchos elogios por ser ellas así. El colegio está siendo maravilloso en sus vidas. Me siento muy contenta por la formación que se les está dando: una formación completa, tanto académica como espiritual y moral”.
Y concluye: “Van a salir de allí realmente bien preparadas para la vida. El ambiente es saludable, de mucho respeto, de mucha colaboración entre alumnos y profesores. No tengo más que agradecer que formen parte de ese colegio”.
De modo análogo, Juliana Santa Rosa, madre de alumnas del Colégio Arautos de Recife, comenta: “A cada paso que dan mis hijas, veo que el trabajo hecho en el colegio es con disciplina, con competencia. Y los profesores están muy capacitados. El colegio sólo viene a agregar valores primordiales en sus vidas: disciplina, respeto al prójimo, unión, familia, amor… ¡Eso no tiene precio!”.
Y Geovana de Oliveira, igualmente madre de una alumna de la unidad de Maringá, añade: “El Colégio Arautos do Evangelho tiene una formación muy buena para el mercado laboral, y también para la vida. Ofrece una formación basada en la doctrina católica, que valora las buenas costumbres y el respeto al prójimo”.
“Vuelvo a Cuiabá llevándome mucha alegría”
Todos los años se realiza un proyecto interdisciplinar en el que las alumnas exponen lo que aprendieron, desarrollando de modo especial sus propias habilidades y apetencias.
El último trató sobre las grandes navegaciones. A través de maquetas, exposiciones y presentaciones teatrales, las alumnas transmitieron a padres y profesores parte de los conocimientos adquiridos a lo largo del año. Una de las piezas, por ejemplo, invitaba a “viajar en el tiempo” dentro de un barco elaborado por las estudiantes.
María Cecilia Custodio, de Cuiabá, madre de una alumna y de una ex alumna del colegio que hoy está estudiando en la Facultad de Matemáticas, tras participar en el proyecto interdisciplinar de la unidad Monte Carmelo, afirmó: “Hoy he tenido la grata satisfacción de asistir a la presentación de las niñas en el Colégio Arautos do Evangelho. Me quedé impresionada. Gracias a la Virgen siempre seguí los trabajos y presentaciones en la escuela en que mi hija estudiaba anteriormente, pero por primera vez la veo, de hecho, con dominio del contenido, desenvuelta, explicando… Sabía de lo que estaba hablando. Me quedé muy contenta”.
En consecuencia, aseguró: “Vuelvo a Cuiabá llevándome mucha alegría y, principalmente, un consuelo por saber que la distancia que nos separa, esa carga de la prueba, la Virgen la retribuye, dejando a mi hija en un lugar bueno, donde está aprendiendo más que en excelentes escuelas de Cuiabá. Realmente, estoy impresionada”.
“Aprendemos el verdadero significado de la palabra convivencia”
Para desarrollar eficazmente las habilidades y apetencias de las estudiantes, sólido fundamento para una buena formación integral, es preciso crear un ambiente distendido e impregnado de bienquerencia, como el atestiguado por la Prof.ª Geni Rocha André Cortez en la unidad Monte Carmelo: “Aquí notamos alegría y mucho compañerismo. Y la alegría se percibe en todas las niñas, desde el primero hasta el último año del colegio”.
Cuando se logra tal objetivo, los beneficiados no son únicamente los alumnos, sino también el propio cuerpo docente. La Prof.ª Rita de Cássia Lopes Ciottariello, directora pedagógica que acompaña el colegio desde su fundación en 2005, declara: “El aprendizaje se da no sólo en el sentido del alumno para con el profesor, sino también del profesor para con el alumno. Aprendemos el verdadero significado de la palabra convivencia. Todo ese pensamiento se resume tan sólo en una frase: ‘Vivir es estar juntos, mirarse y quererse bien’. Y principalmente ‘quererse bien’ ”.
Y concluye: “Como aquí la bienquerencia es muy grande, esa convivencia proporciona un mejor desempeño en el aprendizaje, los alumnos aprenden con mayor eficiencia”.
Pero esto no sería de ninguna manera posible sin la influencia benéfica de la religión católica, fuente de toda bendición, dulzura y alegría verdaderas. Por eso Jesica Burigo do Prado, profesora del colegio en Brasilia, acrecienta: “Un padre lleva a su hijo a una escuela de este tipo porque quiere que sea una persona de valores cristianos, un verdadero católico. Mi sentimiento es de gratitud y alegría por poder estar aquí, recibiendo tantas bendiciones y aprendiendo tanto con los alumnos”. ◊